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EL HIJO DEL HOMBRE 351 del hombre —que él encontró en el escrito fundamental, Me 16, 19— con el pasaje adecuado del Evangelio, que constituye el punto más elevado del proyecto redaccional de su obra. Por primera vez Marcos une el pensamiento de la elevación con el Hijo del hombre; prepara la confesión de fe más antigua de la Iglesia: «sentado... vendrá a juzgar...» (Me 13, 26; 16, 19; Rom 8, 34; ITes 1, 9-10; Col 3, 1; Heb 1, 3.13; 8, 1; 10, 12; 12, 2). d) Marcos formula estas palabras de Jesús en el marco de la cristología pascual del cristianismo primitivo; fue aquí, y no en el judaismo, donde se hizo posible y se estableció la igualdad siguien­ te: Mesías = Hijo de Dios = Hijo del hombre. Marcos quería demostrar que el Jesús terreno se había atribui­ do ya los títulos mesiánicos corrientes —aunque de forma oculta—, y por eso en los versículos 6lb-62 enumera una acumulación sor­ prendente de dichos títulos. En este sentido, la pregunta del sumo sacerdote y la respuesta de Jesús tienen una función importante en el Evangelio de Marcos. Jesús se manifiesta abiertamente ante la suprema instancia judía en cuanto a su verdadero ser. Por eso no es casualidad que aquí los tres títulos que, por lo demás, se hallan ais­ lados en las distintas tradiciones, hayan sido identificados. Marcos alcanza la cumbre de su Evangelio en este texto, que expresa clara­ mente la conciencia mesiánica de Jesús. e) Existe una grave dificultad para explicar la historia de la redacción por las siguientes razones: la elevación y la parusía apa­ recen raras veces unidas; es sorprendente que Jesús aparezca senta­ do y viniendo; es clara la unión del Sal 110, 1 y Dn 7, 13. Proba­ blemente fue la comunidad, que fue descubriendo progresivamente la historia, su historia, en la Biblia, la que unió ambos textos. f) El proceso puede seguirse de alguna manera: la crucifixión se leyó y comprendió a la luz de Zac 12, 10. De este texto procede­ ría probablemente la introducción «veréis» (Me 14, 62). Esta afirma­ ción se vería confirmada por las resonancias en Jn 19, 37 y Mt 24, 30. La vuelta de Jesús se unió y apoyó en Dn 7, 13 (ver Apoc 1, 7); la visión del cielo abierto y del Hijo del hombre los encontramos en Jn 1, 51 y Hch 7, 55-56: la visión de Esteban, donde el «sentado» procede del Sal 110, 1; en el texto de Hechos, como una única excepción, aparece «de pie».

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