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EL HIJO DEL HOMBRE 349 o allí. No vayáis ni le sigáis», que ahora aclara el logion, es una for­ mación análoga al versículo 21a: Ni podrá decirse: Helo aquí o allí... En lugar del Reino, basileia, posteriormente se introdujo el Hijo del hombre en «uno de sus días», como ocurrió en Me 9, 1; Mt 16, 28 com­ parados con el verso anterior en ambos casos: «la vergüenza ante el Hijo del hombre por esta generación». Pero vuelve la pregunta: el deseo de «ver un solo día del Hijo del hombre» y la negación de este deseo sólo es comprensible si la sentencia se halla en un contexto como el que hace suponer el ver­ sículo 26: «Como sucedió en los días de Noé , así será en los días del Hijo del hombre». Se trata de una llamada penitencial. Los días del Hijo del hombre en la tierra llegarán pronto al final; en la crisis venidera los hombres desearían volverse atrás, pero entonces será demasiado tarde. 0 A la luz del texto de Lucas, ¿cómo en tender los tres de Mateo sobre la parusía-ve nida del Hijo del hombre? Evidentemente, no en el sentido de la parusía tradicional. A esta misma interpreta­ ción apuntan los dos textos siguientes: «Por eso vosotros habéis de estar preparados, porque a la hora en que menos penséis vendrá el Hijo del hombre» (Mt 24, 44). «Velad, pues, en todo tiempo y orad, para que podáis evitar todo esto que ha de venir, y comparecer ante el Hijo del hombre» (Le 21, 36; Mt 24, 44). El contexto de ambos textos es la parábola de los siervos vigi­ lantes. Aquí, ciertamente, subyace la tradición de Jesús. Marcos (13, 35) transmite una parábola paralela: en ella, el que viene inespera­ damente no es el ladrón sino el dueño de la casa. En Mt 21, 42 «el dueño de la casa» se ha convertido en «vuestro Señor» y, de este modo, introdujo a Jesús. Pero hay que preguntarse, sobre todo, si no se alude a la veni­ da del «día» (ITes 5, 2.4: «el día del Señor, ese día»; 2Pe 2, 10: «des­ precian la autoridad del Señor»). También fuera de la tradición sinóp­ tica Jesús entra en su lugar («viene», ver Apoc 3, 3; 16, 15, como ladrón). Solamente así encaja la imagen del ladrón, porque la paru­ sía sería para los discípulos un acontecimiento gozoso. El Hijo del hombre es, por tanto, secundario en este lugar.

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