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EL HIJO DEL HOMBRE 343 En consecuencia debe contarse seriamente con que Me 8, 27-33 es un acontecimiento perteneciente en lo esencial a la vida de Jesús 35. 1.3. Textos circundantes «Y les dijo: “En verdad os digo que hay algunos de los aquí pre­ sentes que no gustarán la muerte hasta que vean venir en poder el reino de Dios”» (Me 9, 1). Es difícil admitir que sea original o que lo haya pronunciado Jesús de esta forma: en lugar de hablar de la venida del reino de Dios debía haberlo hecho de la venida del Hijo del hombre. Y es que, por el contexto, Me 8, 38, se está haciendo referencia al juicio. La venida del «reino de Dios con poder» (del fin último...) ten­ drá lugar en breve, puesto que algunos lo verán. Estas palabras difí­ cilmente pueden ser de Jesús, porque él rechazó toda posibilidad de cálculo (Le 17, 20-21; Me 13, 32). Debió surgir en la comunidad por la impaciencia ante el retraso de su venida. En todo caso, quien cuenta seriamente con la última intervención de Dios no puede pen­ sar en ella como en un acontecimiento tan lejano que, en el presen­ te, no deba ser tomado en serio. Por eso, los profetas vieron el día de Yahvé en una cercanía próxima, en conexión inmediata con los sucesos contemporáneos, como nosotros contemplamos la sucesión de una cadena de montañas entre las que hay muchos kilómetros de distancia y recibimos la impresión de que unas surgen y se levantan directamente de las otras. Jesús no hablaba remitiendo ad calendas graecas lo que era objeto de su predicación; afirmaba que el futuro se decide ahora, en la confrontación personal directa con su palabra (Me 8, 38). La finalidad de lo afirmado en 9, 1 es la misma: el hombre no debe engañarse sobre la proximidad acuciante de Dios. Las fórmulas de entonces no son repetibles. El texto paralelo de Mateo (10, 32-33) lo dice así: «Pues a todo el que me confesare delante de los hombres, yo también le confe­ saré delante de mi Padre, que está en los cielos; pero a todo el que 35 E. Schw eizer, o. c., p. 90.