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340 FELIPE F. RAMOS «Porque si alguien se avergonzare de mí y de mis palabras ante esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles» (Me 8, 38). Creemos que la «distinción» entre Jesús y el Hijo del hombre establecida en el texto debe respetarse. Sólo sobre la base de la misma tiene pleno sentido: así se pone de relieve la presencia rela- cional entre el presente y el futuro. El Hijo del hombre celeste emite su veredicto teniendo en cuenta la actitud del hombre ante la predi­ cación escatológica de Jesús. El fundamento de este logion —que no puede ser invención- formación de la comunidad cristiana— pertenecería a la predicación de Jesús sobre la conversión teniendo en cuenta el cambio de eones y el juicio que está a la puerta (realizándose por la actitud ante su persona). La formulación concreta del logion podría ser, evidente­ mente, posterior. Y ello, entre otras razones, porque en él se supo­ ne ya la «confesión-negación» al modo de lo que ocurre en los tri­ bunales humanos. Resultan interesantes las siguientes precisiones de Marcos: ... d e m í y d e mis p a la b r a s . Esta frase se corresponde con la de los versículos 34-35: p o r m í y p o r el ev an g elio . Marcos relaciona la persona y la predicación de Jesús de tal manera que Jesús en per­ sona es el contenido de la predicación; ... d e lan te d e mi P a d r e (copiada por Mt 10, 35-36). Dios es el Padre del Hijo del hom­ bre. Luego, éste no es sólo el juez escatológico, sino, al mismo tiempo, el Hijo de Dios y su Enviado (Me 13, 32; 1, 9-11), el Mesías (8, 27-30). La identificación de Jesucristo con el Hijo del hombre, hecha pública en 14, 61-62, estaba oculta en la predica­ ción galilea. Mediante la distinción establecida en el texto demuestra Mar­ cos la discrepancia entre la confesión cristiana de Jesús como el Cris­ to y la tradición galilea de Q que hablaba del Hijo del hombre, pero sin identificar a Jesús con el Hijo del hombre. Éste es el contexto del misterio del Mesías y de la incomprensión de Jesús en Galilea. En este sentido hay que valorar como obra de Marcos la inserción de la cristología del Hijo del hombre en los textos dominados por motivos apocalípticos.

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