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334 FELIPE F. RAMOS 1.12. Distinto contexto «contextualizador» (el eucañstico) Nos referimos, en primer lugar, a Me 14, 21: «Pues el Hijo del hombre sigue su camino, según está escrito de él; pero ¡ay de aquel hombre por quien será entregado el Hijo del hombre! Mejor le fuera a ese hombre no haber nacido». Lo primero que es preciso afirmar en relación con el texto copiado es que, desde el punto de vista literario, no hay nada deci­ sivo en contra de su autenticidad. El fundamento histórico es el conocido final de Judas: Marcos reflexiona sobre la tradición; Mt 27, 3-10: reacción de Judas después de entregar al Maestro, retomada en Hch 1, 15-20; estamos ante una situación histórico-salvífica de Marcos, un logion de Ql, una intención redaccional dominante: la identificación del Hijo del hombre con Jesús sobre la base de una tradición de aquellos círculos a los que pretendía ganar Marcos para el Evangelio. Por lo que respecta al contenido, el texto se centra en tres ense­ ñanzas concretas: el cumplimiento de la Escritura (sin que sea men­ cionada ninguna en particular); el traidor es instrumento del plan divino, pero con grave responsabilidad y culpabilidad personal; no vale la pena nacer para vivir en oposición a Dios. No parece que tenga una finalidad teológica. No obstante, debe suponerse una reflexión edificante: «Lo que aquí sucede no es sólo conocido por Jesús, sino querido por Dios. Lo cual no significa la exoneración de la responsabilidad humana, que es instrumento de la voluntad divina para traicionar a Jesús. Sin embargo, ambas cosas no son comparables o identificables. El evangelista no desarrolla un tema concreto: él yuxtapone ambas cosas que confluyen en el desa­ rrollo de la realidad. Hace de la necesidad virtud. Dicho de otro modo: el hombre propone y Dios dispone. La responsabilidad humana por su acción no contradice la acción soberana de Dios. El poder de Dios no disminuye la responsabilidad del hombre. A pesar de todo —de todos los desastres— Dios maneja y dirige los hilos de la historia. Más aún: el mal tiene que existir en el mundo, pero ¡ay de aquél a través del cual viene! Esta afirmación sirve también de amo­ nestación en relación con los materiales tan duros y defectuosos con

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