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EL HIJO DEL HOMBRE 323 la Iglesia y en Jesús, en cuanto Cristo crucificado y resucitado, reco­ noce la figura teológica del Hijo del hombre con la que Jesús se identifica ocultamente; — que a las predicciones les falta la interpretación soteriológica, no es señal de una tradición muy antigua (Tódt) sino expresión de que Marcos las recoge con otra intención. En la misma dirección apunta la falta de la cruz y la ausencia de Pilato. El evangelista tiende a acentuar el hecho siguiente: Jesús, a causa de sus pretensiones mesiánicas, f u e ju z g a d o p o r el Sanedrín (Me 14, 55-65). Incluso la afirmación estereotipada de la resurrección, no de la reanimación, refleja una intención sospechosamente redaccional: debe acentuarse la soberanía divina del Jesús terreno, de la forma más velada posible; — también parece histórica su vinculación a Cesarea de Filipo: los nombres de lugar no son argumento de una tradición segura, pero en este caso se trata de algo desacostumbrado y que encaja en el contexto. Es preciso buscar un lugar aislado cuando se trata de revelar o pulsar la opinión de las gentes y de los seguidores de Jesús sobre su identidad. Sobre todo sería incomprensible que la comuni­ dad posterior hubiese inventado la actitud titubeante o rechazadora de Jesús en relación con el título «Cristo». — En todo caso no podemos saber si la expresión Hijo del hombre fue utilizada en su forma original. Eso es lo más probable, porque el texto exige una idea opuesta al título de Mesías o Cristo. En síntesis, las tres predicciones se hallan determinadas por intereses redaccionales. Una concepción premarcana y un corres­ pondiente Sitz im Leben en la comunidad no están justificados. Por tanto, no nos hablan, al menos directamente, de la autoconciencia de Jesús ni de su propia concepción de su pasión (y resurrección) ni de la unión de ambas en la conciencia de Jesús, tal como fueron reconstruidas por la teología liberal con la ayuda de la imaginación psicológica de las afirmaciones de la pasión 25. La mayor verosimilitud en este terreno nos situaría ante un a fo rm u la ción corta, como la siguiente: «Estad atentos a lo que voy a deciros: El Hijo del hombre ha de ser entregado en poder de los hombres» (Le 9, 44). 25 W. Schmithals, o. c., pp. 394-396.

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