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320 FELIPE F. RAMOS tiene una significación soteriológica (Le 2, 30: «porque han visto mis ojos tu salvación», toda su vida ejemplar y no sólo su muerte) 24. Conclusión de la primera fase Nos hemos encontrado con textos de diversa calidad, pero fun­ damentalmente originales y auténticos. Jesús habló del Hijo del hombre. Este fundamento innegable hizo que la expresión se ampliase o se reformulase. En la literatura evangélica confluyen cuatro tradiciones: la de los evangelios en cuanto tales y aquellos en los que tiene gran importancia la expresión Hijo del hombre: Daniel, 2.° o 4.° de Esdras y Henoc etiópico, etc. Esta tradición múltiple se fomentó en la comunidad. Las expresiones del Hijo del hombre aplicadas al Jesús terreno son las más seguras; las relativas a la parusía (como vere­ mos) las menos originales. ¿Puede pensarse en recurrir a la sublimación de la comunidad ante el fracaso de las esperanzas mesiánico-políticas en el sentido de acentuar la esperanza supra-nacional política sobre Je^ús como el Hito del hombre? Observaciones: a) Contradice a todo lo que conocemos de la profecía cristia­ na primitiva: los dirigentes desconocidos de la comunidad no profe­ tizaban directamente como Jesú s (no hablaban en su nombre, ni elaboraban sus palabras, ni creaban literariamente otras nuevas, como ocurrió posteriormente). b) El tiempo del entusiasmo por mantener una cristología triunfalista fue demasiado corto para imponerse frente a otras cristo- logias. c) .Una teología de este estilo, nacida de la apocalíptica, es en sí misma improbable. El entusiasmo postpascual estuvo centrado en la resurrección como irrupción del nuevo eón. d) Jesús, en cuanto profeta, vivió la tradición apocalíptica, la reformuló y debió hablar del Hijo del hombre. Jesú s vivió como 24 G. S ch n eider, o . c ., II, p. 378.

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