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316 FELIPE F. RAMOS Mt 15, 21, afirman que Jesús es el pastor de su rebaño; finalmente, como afirma el Apóstol, el rechazo de Israel significaba la apertura del evangelio a los gentiles. En la confrontación Israel-mundo (misión a los gentiles) no debe entenderse como yuxtaposición excluyente, sino en el sentido de que una surge de la otra. El man­ dato universal de la misión no elimina la misión a Israel, sino la exclusividad de la misma 21. 8.4. La unión de la venida del Hijo del hombre con las ciudades de Israel no se refiere a la etnia israelita. Esto no sería ningún consue­ lo. Se afirman dos cosas fundamentales: primera, que la misión a Isra­ el no tendrá fin; será un quehacer permanente. Y esto nos lleva a la segunda: ¿No puede referirse al Israel de Dios (Gal 6, 16; Mt 24, 24: el Evangelio del Reino será predicado en todo el mundo...)? La vinculación al Israel histórico o a Palestina implicaría el anuncio de un fin inmediato. Pero deben ser tenidas en cuenta dos cosas: Como va hemos adelantado, el lenguaje utilizado es propio de la misión evangelizadora de la Iglesia. Por otra parte, ésta hacía mucho tiempo que había roto las fronteras del judaismo (Hch 8...). La misión al mundo, como la dirigida a Israel, es un quehacer per­ manente por parte de la comunidad. Y la misión a Israel habría que extenderla, al menos, a la diáspora, y esto era por entonces también una amplia realidad. 9. Opinión d e los hombres sobre el Hijo del hom bre (Mt 16, 13) Comencemos por afirmar la variabilidad de la tradición. Lo hacemos con toda la intención ya que, dentro de ella, sólo uno de los testigos, Mateo, menciona al Hijo del hombre. 9.1. Los tres (Mt 16, 13; Le 9, 18; Me 8, 27) coinciden en la pre­ gunta que Jesús hace a los discípulos: «¿Quién decís que soy yo?». La divergencia está en la pregunta sobre la opinión de la gente: «¿Quién soy yo?» (Me y Le); «¿quién es el Hijo del hombre?» (Mateo). Por las leyes más elementales del paralelismo el Hijo del hom­ bre y yo designan la misma persona. Son indudablemente más ori- 21 J. Gnilka, o . c.,e n el co m en l, ario a ~It 10, 23.

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