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314 FELIPE F. RAMOS En el centro de la explicación de la parábola se ha introducido una novedad que la aleja del Parabolista. Es el pequeño apocalipsis de los versículos 40-43: al final del tiempo intervienen los ángeles vengadores; separan a los malos de los justos; los arrojan al fuego; los justos brillan como el sol en el Reino. 7.2. La identidad del Hijo del hombre es difícilmente defini­ ble. Según la explicación alegórico-apocalíptica es el mitente de los ángeles para la preparación y la consiguiente ejecución del juicio. Otros intérpretes vinculan el reino del Hijo del hombre a la Iglesia, aduciendo como motivos justificadores los siguientes: el reino del Hijo del hombre es una realidad temporal, como la Igle­ sia, que comprende buenos y malos (el argumento no convence; en cualquier otra categoría de pensamiento para expresar el Reino, como la verdad, la luz, la vida... se encuentra la misma realidad. El reino del Hijo del hombre y la Iglesia no coinciden; su Reino está por encima de la Iglesia); Mateo vuelve a hablar de dicho Reino en 16, 28 y en 20, 21 (nótese que ambos textos son redaccionales, como el presente); el reino del Hijo del hombre es sinónimo del reino de los cielos, del cual Mateo tiene una concepción de presen­ cia; también el reino del Hijo del hombre es universal, extendido por todo el mundo (basta comparar las dos ocasiones en las que el título aparece en la parábola: w. 37-39 y 41). 7.3. Es importante poner de relieve que la expresión «el reino del Hijo del hombre» subraya el significado único y permanente del Hijo del hombre en el proceso histórico-salvífico, porque la salud- salvación, el juicio y su consumación se hallan vinculados a su per­ sona. Ahora bien, este aspecto se halla igualmente vinculado al Hijo del hombre en su fase terrena, a Jesús o al Hijo del hombre como simple designación perifrástica enigmática. Otros detalles significativos en la parábola tenemos en «la reu­ nión de los obradores del mal», símbolo del juicio del mundo; «la recogida de todos los escándalos» designa a todas las personas que llevan al escándalo, que se oponen a la fe, que intentan hacer el mal a los demás. No se trata sólo de los falsos profetas, sino de todos los seductores, vengan de donde vengan; la «iniquidad»-¿mo- mía es una palabra muy judía que hace referencia al desprecio de la ley, tanto de la ley judía como de la promulgada en el Evangelio;

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