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EL HIJO DEL HOMBRE 311 planteado porque la imperdonabilidad (= quien blasfeme contra el Espíritu Santo) cuestiona o niega que el Espíritu Santo es la presen­ cia de Dios entre los hombres. Y entonces surge la amenaza: ¡Ay de aquel que consciente y deliberadamente rechace al Espíritu Santo!16 En Lucas aparece con mayor claridad la distinción de los dos tiempos: Quien hable contra Jesús, incluso contra él en cuanto que es llamado Hijo del hombre a nivel puramente perifrástico, no titu­ lar, será perdonado. No lo será para quien hable contra el Espíritu Santo o contra el Hijo del hombre en el tiempo de la Iglesia, des­ pués de Pentecostés 17. Entonces «el Señor ya es Espíritu». Éste sería el caso de blasfemar contra Jesú s, como afirma el libro de los Hechos de los Apóstoles (13, 45; 18, 6; 26, 11). 5.2. Desde la conexión comparativa de los textos podríamos llegar a las siguientes conclusiones ilustrativas: La plenitud del Espíri­ tu en Jesús sólo tiene lugar después de la resurrección; sólo desde su plena participación en el Espíritu Jesús adquiriría la categoría del Hijo del hombre perdonador de pecados; si esto es así, el rechazo del Jesús terreno era perdonable; el rechazo del Jesús exaltado sería imperdonable. Entonces surge la equivalencia entre el Señor (el peca­ do en el Evangelio de Juan consiste en rechazar o no admitir a Jesús como el enviado del Padre) y el pecado contra el Espíritu Santo. Desde las consideraciones anteriores podemos deducir otra conclusión: la tensión entre el Hijo del hombre en su fase terrena y en su fase celeste. Pero ésta se halla anticipada en aquélla. Estaría­ mos ante la concepción judía según la cual el Espíritu Santo se había apagado. Volvería en los tiempos del Mesías. Volvió con Jesús, que ofrecía la penitencia y 9 e \ perdón. Quien rechazaba esto blasfemaba y rechazaba el perdón de los pecados. El contenido de la frase supone la originalidad de la expresión en cuanto perteneciente al Jesús terreno. La formulación del logion sería postpascual. La imposibilidad del perdón obedece a la exclu­ sión del único camino para obtenerlo. El pecado es perdonado siem­ pre que se acepta la acción salvadora de Dios a través del Espíritu y de su representante visible, el Hijo del hombre (Me 3, 28-30: «En 16 J. S c h n iew in d , Das Evangelium nach Markus, NTD, 1956, p. 160. 17 J. G n ilk a , o . c., I, p. 460.

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