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306 FELIPE F. RAMOS go de la lapidación de un hijo así por decisión de «los ancianos» y se les acusa de ser causa del empobrecimiento). 3.4. Este calificativo se le dio a Jesús por la comunión de mesa con los pecadores (Mt 9, 9-13), por su compañía con los ‘am h a - a r es , el pueblo sencillo e inculto, que «eran unos malditos» (Jn 7, 49). En nuestro caso, el calificativo aplicado a Jesús procedía de la autoridad jerárquica y la «élite religiosa», de sus enemigos. Jesús for muló la acusación aplicándolo al Hijo del hombre o, tal vez, al pasar a la tradición dicha expresión con su dimensión de título cristológi- co le fue aplicado a Jesús por los representantes de la misma. El título Hijo del hombre tiene aquí una clara dimensión de amenaza. Porque la última palabra, el juicio último, lo pronunciará el que ahora es considerado como un maldito < am ha-ares. Su actua ción en el mundo obligaba a tomar una postura ante él; y lo mismo su predicación y enseñanza, en particular las parábolas «de deci sión»: la que debían tomar los hombres por la presencia de Dios en él. Y ahí está la paradoja, una vez más, de la vida y enseñanza de Jesús: un comilón y bebedor de vino, considerado como un ‘am ha- ares convertido en el juez de quienes lo desprecian y condenan. El texto de Mateo es más significativo por la referencia que hace a las obras de cada uno: las «obras» de Cristo abren la sección (Mt 11, 2) y la cierran (Mt 11, 19): «La Sabiduría se justifica por sus obras» o «por todos sus hijos» (Le 7, 34). La tradición recogida en nuestro texto no compara al Bautista con Jesús, sino que le considera inferior a él (el asceta es más valo rado que el comilón y bebedor). Esto nos sitúa ante estas dos con sideraciones finales: el texto se remonta a l tiempo en qu e ambos, el B au tista y Jesús, vivieron y, además, lo reflejado en él, la actitud negativa, de rechazo, tiene el mismo denominador común: se trata en ambos casos de los mensajeros de Dios, mensajeros de la Sabi duría a los que los destinatarios volvieron la espalda. 4. Las zorras del cam po y los p á ja ro s d el cielo (Mt 8 , 19-20; Le 9, 57-58). 4.1. Según la metodología de J. D. Crossan, éste sería el único de los «complejos» atestiguado por dos fuentes independientes: El
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