PS_NyG_2000v047n002p0295_0358

EL HIJO DEL HOMBRE LAS TRES FASES DE SU ACTUACIÓN Antes de entrar en cada una de ellas creemos necesario esta­ blecer la ambientación o contextualización del tema. Lo hacemos tomando directamente de nuestros dos artículos sobre el Hijo del hombre aquello que nos obligaría a una elaboración innecesaria, que podría ofrecer un aspecto un tanto diferente, pero sin cambiar la realidad de las conclusiones que en ellos se recogen 1. En este nuevo acercamiento prescindimos del cuarto evangelio, como en los otros dos que hemos escrito, por los puntos de vista tan diver­ sos que en él se contienen respecto a los Sinópticos. Él será objeto de un trabajo aparte. 1. PRODUCTO DE LA FANTASÍA ORIENTAL Fue ella la que produjo el título, la imagen y el significado del Hijo del hombre. Mediante el recurso a una imaginería preexistente manejada con gran habilidad fue diseñándose la figura del Hijo del hombre. Quien mejor ha perfilado el diseño fue N. Perrin, quien, para construir su obra, recorre los pasos siguientes: 1.°) El paralelismo entre el cristianismo y el judaismo: éste par­ tió de la exaltación de Enoc por Dios al cielo. Aquél aplica a Jesús la misma acción de Dios. Partiendo de las primeras experiencias de Jesús desde su muerte llega al pensamiento de la resurrección (Hch 2, 24). 2.°) Sobre dicha base comienza la reflexión de la Iglesia en dos direc­ ciones: a) el punto de partida lo constituye el relato del sepulcro vacío y el de las apariciones. De este modo se llega al pensamiento de la resurrección y de la ascensión como hechos separados, tal como apa­ rece por primera vez en los Hechos; b) una vez establecida la exalta­ ción de Jesús y su sesión a la derecha del Padre volverá del cielo como redentor apocalíptico, como el Hijo del hombre. 1 F. F. R a m o s , «La “figura” del Hijo del hombre», en Naturaleza y Gracia XLV (1998) 107-135; Id., «El Hijo del hombre y el Reino», en Studium Legionense 39 (1998) 91-119.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz