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ENRIQUE RIVERA DE VENTOSA, PENSADOR CRISTIANO 273 nística y su entrega servicial de por vida al estudio, hicieron de él un hombre recto y equilibrado en sus juicios, agudo en su crítica siem­ pre razonada, coherente con su vida y su pensamiento. Sus preocupaciones fundamentales fueron la Metafísica y la Filo­ sofía de la historia, contemplada esta última desde los planes de Dios como una recapitulación en Cristo. Desde el punto de vista de la Filosofía práctica consideró siempre el amor-agápe como síntesis de la moral cristiana. Estudió con interés la obra de U. von Balthasar —Herlichkeit —; a partir de entonces publicó varios ensayos dedica­ dos a esta problemática, entre otros: Estética fran c is c an a y metafísi­ c a escotista, en el que intenta completar el informe de Balthasar sobre el sentido estético de la metafísica de Escoto. Cabe destacar, también en el ámbito de la estética, su simpatía hacia el pensamien­ to de Fernando Rielo, en el que admira su atrevido intento de conju­ gar la estética con la metafísica, la teología y la mística. Fueron objeto de su estudio autores como san Buenaventura, Duns Escoto, san Agustín, Pascal, Newmann, Dostoievski, Papini, García Morente, Martin Buber, Ortega y Gasset y Unamuno, autor al que dedicó su libro Unamuno y Dios, convirtiéndose con esta apor­ tación en uno de los mejores especialistas en el tema de la religiosi­ dad unamuniana. Es reseñable su inestimable colaboración en el volumen de la His­ toria d e la Filosofía de F. Ueberweg sobre el pensamiento de la Penín­ sula Ibérica en el siglo xvii: Die Philosophie des 17. fahrhunderts. Cuando le visitó la hermana muerte tenía entre manos la pre­ paración de dos interesantes libros sobre san Francisco de Asís: uno de ellos sobre las vivencias primeras en el alma del santo y otro sobre la dimensión trinitaria de su espiritualidad. 4. SUS COLABORACIONES EN NATURALEZA Y GRACIA Es imposible hablar de N aturaleza y G racia sin referirse directa­ mente a Enrique Rivera. Intervino activamente en la fundación de la revista, desempeñando el cargo de director los cuatro primeros años de su existencia. Todas sus colaboraciones fueron consideradas por él como un exquisito apostolado, manteniéndose siempre fiel al ideal