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222 ALEJANDRO DE VILLALMONTE filosofía (platónica) clásicas. Luego, esta misma idea sufrió alguna corrección, pero se afianzó en ella por la lectura de la Biblia. A lo largo de su vida pastoral, sus convicciones teológicas sobre la práctica del bautismo infantil para remisión de los pecados, sus ideas estrechas sobre la necesidad de la Iglesia; sobre la necesi dad radical de la gracia y de la correlativa impotencia soteriológi- ca del hombre; sobre la necesidad de justificar la conducta de Dios (teodicea) ante el hecho de la inmensa miseria de la huma nidad, fueron los pre-juicios teológicos que llevaba en la mente ya antes de leer la Biblia. Se comprende que a su mente, pre-ocu- pada por estas convicciones, le resultase fácil, demasiado fácil, encontrar en la Biblia textos que las corroborasen. Sobre todo si tene mos en cuenta el ambiente pasional, polémico y nuevo en el que se vio precisado exponer sus ideas. 2 .2 . «D esco n stru cc ió n » d e un v iejo ed ificio d o ctrin a l : LA TEOLOGÍA DE ADÁN La teología, si ha de ser ciencia, en el sentido moderno de la palabra, ha de ser una teología crítica radical. Es decir, ha de retor nar de continuo a las afirmaciones que son la fuente/raíz de su conocimiento para someterlas siempre de nuevo a discernimiento y riguroso control epistemológico. Por eso, la primera tarea que la teología debe realizar al acercarse a leer Gn 2-3, es la de «descons truir». Palabra que, en el caso, significa descomponer, en sus prime ros elementos, el avejentado edificio de la «teología de Adán». Sope sar qué consistencia pueda concedérsele a la vista de los resultados mejor contrastados de la exégesis bíblica. Por «teología de Adán» entendemos el conjunto de afirmacio nes que la teología tradicional ha acumulado, durante más de quin ce siglos, en torno a la figura bíblica de Adán. Sus rasgos básicos, especificativos serían: 1) La afirmación de la historicidad objetiva y plena del individuo primero de la raza humana, denominado Adán. 2) su situación “paradisíaca” en la que éste habría gozado de un estatuto teológico excelso, calificado como «estado de santidad y justicia», colmado de dones divinos naturales, preternaturales, sobrenaturales. 3) Adán era considerado como cabeza no sólo físi ca, sino también moral y sobrenatural-óntica de toda la estirpe
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