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220 ALEJANDRO DE VILLALMONTE Los capítulos IX-X recogen las conclusiones fundamentales de todo el estudio (pp. 480-499). El autor confía en haber tenido éxito en la tarea que se propuso al comienzo y que ha mantenido a lo largo de su investigación, en el inicio y en el desarrollo de su investigación: mostrar la unidad temática y literaria de Gn 2-3 como «mito de los orígenes» Como punto de partida unificante de la narración, que confiere cohesión interna a los diversos temas y subtemas, pone orden y da unidad literaria y redaccional a la perí- copa entera. Mi aceptación de la “tesis” de AV, y de la argumentación en ella que se funda, no pretende añadir más autoridad que la que ella ya posee. Con todo, me permito manifestar que desde la década de los años sesenta, mi ocupación de teólogo con el problema del pecado original ha sido constante y tenaz. Hube de leer y reflexionar sobre numerosos estudios de exégetas profesionales, referentes al texto de Gn 2 - 3 . Texto que se consideraba fundante de la creencia en el pecado original. Tempranamente llegué a la conclusión de que la enseñanza agustiniana y luego universalmente cristiana (en la igle­ sia occidental), sobre el pecado original, no es doctrina bíblica. El libro de AV, en su comentario de Gn 2 - 3 , no hace referencia temati- zada a la doctrina del «pecado original» en toda su globalidad y com­ plicidad. Pero sí nos permite reafirmar nuestra convicción de que, en Gn 2 - 3 , no hay base, ni siquiera remota, virtual o implícita para una enseñanza que luego cobró tanta solemnidad y universalidad. Gn 2-3 no habla del «paraíso» de los teólogos, ni de un pecado adá- nico «originante». Ni menos de un pecado «originado» en la humani­ dad entera. En este contexto, con plena aprobación por parte mía, recojo estas líneas de AV al final de su trabajo: «En nuestra investigación nos hemos dado cuenta de que la exégesis, incluso la más reciente, ha tenido dificultad en libe­ rarse del peso de la terminología dogmática y moral y de las categorías utilizadas para interpretar los textos bíblicos de la “historia de la salvación”. Tales han sido las de “paraíso”, “man­ damiento/ley de Dios”, “caída”, “castigo”, en sentido moral. Pero, no siendo extraíbles del texto, tales designaciones no pue­ den constituir la base de su lectura. No explican la razón de ser ni la función de los motivos temáticos y de los elementos litera-

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