PS_NyG_2000v047n001p0199_0213

208 LAUREANO ROBLES da admiración por el ilustre escritor. A esta luz me parece muy vulnerable la labor de Menéndez Pelayo. Pero V., Sr. Unamuno, ¿por dónde le ataca? ¿Por qué no quiso afrontar ciertos problemas del conocimiento? ¿Por qué desdeñó los problemas del mundo monista o dualista o evolucionista? ¿Por qué pasó por alto el valor de la vida humana y no quiso acordarse de las complejidades del espíritu contemporáneo, sin parar mientes en el embrollo religio­ so y en la inmanencia o trascendencia del concepto de la religión? Tal vez pudiera justificársele porque se entregó de lleno a investi­ gaciones históricas. La vida es muy corta: él se contentó con sos­ layar los paisajes espléndidos y las cuestas penosas del monte, y descansó a la sombra de un árbol que ha cobijado generaciones respetables de veinte siglos. Basta ya de lata. He querido borrar con estas líneas el tono todavía deplorable que V. ha observado en el articulejo. Los sentimientos de gratitud y honda simpatía le devuelve el saludo su paisano y afmmo. s. s., Fr. Luis de Sarasola.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz