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78 MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ chinos, declarándose a favor de la abolición. Después de una escru­ pulosa investigación se comprobó que los capuchinos vivían en una ortodoxia perfecta, empañada por la persona de su general. La san­ tidad de vida, fue el crisol y la causa principal de la salvación de la reforma. Aun después de reconocerse su inocencia, se consideró como medida prudente prohibirles la predicación popular de mane­ ra temporal, para evitar malos entendidos con el pueblo. Ante esta realidad, y el calor de una Iglesia que se encuentra celebrando un Concilio, el capítulo general de 1552, sin esperar a la conclusión del mismo, decide acomodar su legislación a la nor­ mativa conciliar. La justificación de esta revisión constitucional tiene su razón de ser en la necesidad de acomodar el estilo exce­ sivamente vulgar y algunas normas que eran impracticables y que no resultaban acordes a los nuevos momentos que era preciso afrontar 224. La misma realidad de la Orden, compuesta ya por un nutrido número de religiosos 225 pedía una acomodación a la rea­ lidad 226. Después de veinticuatro años había llegado el momento del asentamiento y organización definitiva de la Orden. Así opina también Fidel Elizondo: «las Constituciones de 1552 tienen un notable influjo, hasta el punto de poder ser consideradas como el alborear de otra época, la línea divisoria de dos posturas diferen­ tes en el vivir y actuar de los capuch inos: la idealista de los comienzos de la fraternidad, y la realista, propia del asentamiento 224 «Furono espunte alcune prescrizioni ormai impraticabili, come la rinuncia all’esenzione, le cellucce per gli anacoreti, la questua per i poveri in tempo di cares­ tia, il servizio agli appestati, ma ciò non significava un allentamento nel servizio dei poveri e dei sofferenti, che continuerà ad essere una caratteristica deH’Ordine*: I. A g u d o , o . c ., 34. 225 Se habla de más de dos mil quinientos. Al capítulo asisten más de dos­ cientos. 226 Mattia da Salò, teniendo presente esta realidad, afirmará, haciendo referen­ cia a pocos años más tarde: «S’era già cominciato a lasciarsi alcuni luoghi i qual erano lontani dalle città et fabrícame de più vicini, il che seguito si è poi di man in mano con alcuni altri, perchè crescendo i Frati era diffìcile portar per tanti la limosina a spa­ lla; non si potevano havere per gl’infermi i medici, nè commodamente se gli potevano fare le convenienti provisioni. Nè il tener gli hospitij nelle città in rimedio della lonta­ nanza de luoghi era stimato bene»: Historia capuccina. Pars altera , en Monumenta histórica Ordinis minorum Cappuccinorum, VI, Romae 1950, 311, n. 373.

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