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12 MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ señalar la búsqueda incansable por vivir el ideal de vida evangéli­ co. Afirma Álvarez Gómez que «ese complejo mundo de los prime­ ros monjes recibe, desde sus mismos orígenes, la impronta de un cierto número de hombres de Dios cuya irradiación carismàtica fue prodigiosa y que permanecerán para todo el monacato posterior, tanto oriental como occidental, más que como modelos, como Padres portadores del Espíritu» 3. El autor quiere hacer notar cómo no se puede hacer una lectura simple del monacato. Es preciso tener presente, tanto en su forma solitaria como cenobítica, la acción del Espíritu sobre la comunidad eclesial y sobre los indivi­ duos particulares. Los eremitas, con su vida ascética quieren ser fieles al Evange­ lio, proponiendo una manera nueva de vivirlo. Su actitud de bús­ queda dio lugar a que otros optaran por el mismo estilo de vida, comenzando así un movimiento nuevo en la vida de la Iglesia. En un lento proceso de desarrollo y afianzamiento que se va elaboran­ do desde la más clara opción ascética, basada en el seguimiento de Jesús, bajo el influjo de san Juan Bautista, hasta llegar al prototipo de consagrado que ha sido, sin duda, San Antonio abad. 2.2.2. Carácter inicialmente «laico» El origen del alejamiento de la sociedad y la manera de vivir de los monjes remite de manera incuestionable a un movimiento de origen e inspiración laica. Los anacoretas de Egipto son, por lo gene­ ral, laicos. «Los miembros de las primeras comunidades religiosas eran denominados indistintamente “hermanos” y, en su gran mayo­ ría, no recibían la ordenación sacerdotal, porque no tenían una vocación para el ministerio» 4. El sacerdocio entre ellos es siempre un hecho excepcional y hasta anecdótico. Su misma actitud de vida les impedía acceder a las órdenes, convencidos de su servicio claro y concreto en la Iglesia, desde su condición de anacoretas laicos 5. 3 ibíd., 162. 4 J uan P ablo II, «Dignidad del religioso laico-, en Ifeal 4 (1996) 145-146. 5 Cf. G. M. C olo m bás , El monacato primitivo. I. Hombres, hechos, costumbres, instituciones, Madrid 1974, 68.

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