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64 MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ ideal de vida eremítica. Era también una medida práctica para que, un servicio y ministerio, no ocasione diferencias entre los hermanos, como ya sabían que había ocurrido en la observancia. • Respecto al oficio divino: «Exhortamos y establecemos que se diga devotamente, con las pausas debidas, sin coda o varia ción, ni canto. Los maitines, según la costumbre de nuestra Reli gión, se digan a media noche . Las otras horas canónicas se reci ten a sus horas correspondientes, excepto tercia y sexta, que se dirán según lo acostumbrado» 146. Hay una clara distinción con lo propuesto por Francisco en la Regla pero que, concuerda con su pensam iento más genuino. Francisco habla de distintas maneras de rezar el oficio 147, Ludovico habla sólo de una, entendiendo en esta afirmación la igualdad de todos los hermanos para el pleno desarrollo de los mismos y de la fraternidad. Para Ludovico, la experiencia de vivir laicos y clérigos perfectamente integrados, era una realidad vivida en la relación con su hermano Rafael. Esta práctica, nunca había constituido ninguna dificultad o diferencia ción. Por lo mismo, no distingue entre clérigos y laicos, sino que habla de hermanos 148. Tampoco resaltará la importancia de la fra ternidad, ya que es una realidad totalmente asumida y que no cabía en la concepción propia del siglo xvi. Partiendo de la n ece sidad concreta que vivía la nueva fraternidad, no pretende dar res puesta, de manera exhaustiva, a todos los problemas sino a aque llos que parecen más urgentes. Como se ha llegado a afirmar, la referencia a la vida fraterna y a las obras de caridad no era n ece sario tratarlo, ya que «la historia, por otra parte, nos demuestra como los primeros capuchinos eran un solo corazón y una sola alma en los sitios donde vivían y cómo se ocupaban heroicamente de la asistencia a los apestados»149. Cuando se hace alguna distin- 146 «Universos hortamur et statuimus, ut illae devote, debitis intervalis, absque ulla vocis productione aut variatione, aut cantu, ab omnibus in choro persolvantur. Matutina hora, iuxta antiquum religionis nostrae morem, media semper nocte dicatur; reliquae vero competentibus horis, sexta et nona exceptis, quae secundum receptam consuetudinem recitari poterunt»: Const. 1529 ; n. 2, en I frati Cappuccini, I, n. 84. 147 Cf. IR 3; 2R 3. 148 Cf. Const. 1529 , nn. 1. 3-4. 6-7. 12. 14-15. 17. 19-20. 22. 25-26. 31-32. 34. 39-40. 43. 47. 50. 52-61. 66-67, en I frati Cappuccini , I, nn. 82-148. 149 F. S. T oppi , «Le ordinazioni di Albacina (1529)», en I frati Cappuccini, I, 176.
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