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IDENTIDAD DEL CAPUCHINO, COMO HERMANO MENOR. 39 En este ambiente adverso, la Orden y su ministro tienen claro que el ideal de minoridad, que era esencial en la vida de los herma­ nos menores, no se había perdido, aun con todas las adherencias que se habían ido impregnando. Aparecen hechos concretos que confir­ man esta idea; puede servir de ejemplo el testimonio claro de la pre­ cedencia, aspecto que tiene singular importancia en todas las refor­ mas franciscanas. En el tiempo de San Buenaventura «no había ningún orden de colocación en los actos de la comunidad, lo que se echaba en cara a los menores como magna msticitas»99. El mismo Buena­ ventura estará especialmente atento a que no se admitan en la Orden personas que no sean útiles y de buen ejemplo, refiriéndose a cléri­ gos y laicos. La atención a los hermanos enfermos es también una prueba de la sensibilidad en que vivía la fraternidad. La dureza de la vida regular cedía toda su rigidez para buscar el bienestar del herma­ no enfermo, sin hacer ningún tipo de diferencias entre clérigos y lai­ cos. La misma enfermería era «el lugar más exento de observancia: del silencio, del ayuno, de la abstinencia» 10°. En un constante intento de retorno al ideal primigenio fran­ ciscano surgen las diversas reformas franciscanas. Es gracias a ellas que la naturaleza de la Orden ha permanecido intacta e inmutable por los siglos 101. Es curioso constatar como, en los ini­ cios de todas las reformas, juegan un papel preponderante los lai­ cos. Los ejemplos son incontables: Ángel Clareno fue el que cons­ tituyó una familia autónoma que, en 1568 terminó siendo incorporada en la observancia; Paoluccio Trinci da Foligno es el iniciador de la gran familia de la observancia que, a lo largo de los siglos dará grandes frutos de santidad al franciscanismo; el Beato Buenaventura de Barcelona es el padre espiritual de la últi­ ma pequeña reforma franciscana. Entre sus seguidores se encon­ traba el mismo San Leonardo de Porto Mauricio. Parece bastante evidente que el mismo ideal de reforma es más propio de laicos que no de clérigos, ya que son ellos los que no 99 L. I r ia r tf , Historia ..., 142. 100 Ibíd., 143. 101 Contra lo que muchos puedan pensar, las reformas franciscanas no están reflejando simplemente diferencias en la vida de la Fraternidad. Son un claro signo de la fidelidad a Francisco y a su carisma fundacional.

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