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IDENTIDAD DEL CAPUCHINO, COMO HERMANO MENOR.. 9 historia. La reforma capuchina recuperará esta identidad característi­ ca del franciscanismo y la vivirá como experiencia propia de la Fra­ ternidad a lo largo de sus más de cuatrocientos cincuenta años de historia, por eso mismo, la práctica vivida servirá como afirmación rotunda de este hecho. El franciscano-capuchino se caracteriza por su ser de Hermano Menor y no por su ministerio concreto en la Iglesia. Para la vida fra­ terna esto se convierte en un motivo más para ser testimonio esca- tológico ante el mundo. Hoy más que nunca, cuando las diferencias y desigualdades sociales son tan evidentes para todos, la proclama­ ción rotunda de ser todos hermanos con los mismos derechos y obli­ gaciones sitúa en perfecta armonía con las pretensiones más autén­ ticas de estos tiempos. Al mismo tiempo, se desarrolla en perfecta armonía con toda la historia franciscana. La reforma capuchina a este nivel, no es más que un acontecimiento histórico en la búsque­ da de vivir el ideal de vida marcado por Francisco en su Regla y aprobado por la Iglesia de manera oficial. Las Constituciones aprobadas definitivamente por la CRIS (Con­ gregación para la Religión e Institutos Seculares), en febrero de 1990, son las que configuran y delinean el camino por donde debe desenvolverse la identidad franciscano-capuchina. Ellas se convier­ ten en la confirmación e impulso para vivir con autenticidad una vocación religiosa donde toda la fuerza está puesta sobre el carácter fraterno de sus miembros. Distintos números configuran al Hermano Menor desde su ser, prescindiendo y haciendo abstracción de todo ministerio y servicio. De esta manera, la Orden recupera su tradición más genuina y auténtica dejando a un lado, las deformaciones que se han ido adhiriendo a lo largo de los años. Son ellas las que empla­ zan a vivir con realismo y valentía esta opción. Pero también es cierto que es preciso ir educando a la gente para que llegue a comprender los diversos servicios y ministerios a que estamos lla­ mados los cristianos y la responsabilidad de asumir cada uno los que le corresponden.

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