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IDENTIDAD DEL CAPUCHINO, COMO HERMANO MENOR.. 23 bien recibidos y tenían un hueco en aquella nueva familia en la cual reinaba una manera diversa de comprender las relaciones entre los hombres. Así, la novedad del proyecto franciscano emer­ ge con peculiar claridad sobre la imagen de una época feudal, donde la división y discriminación social era una constante. 2.31. En contraste con la clericalización de otras formas de vida religiosa Francisco de Asís, siendo laico, obtiene del papa Inocencio III, en el año 1209 su «propositum vitae >34, dando comienzo de mane­ ra oficial a la Orden de los Hermanos Menores 35. «El ideal de una vida consagrada sin sacerdocio está vivo todavía en San Francisco de Asís, que personalmente no sentía la vocación al ministerio sacerdotal... Francisco puede ser considerado como ejemplo de la santidad de una vida religiosa “laical” y, con su testimonio, demuestra la perfección que esta forma de vida puede alcanzar» 3Ó. Francisco conocía la tradición que dividía a los monjes en dos gru­ pos claramente diferenciados dentro del monasterio: clérigos y lai­ cos. Este tipo de distinción se encuentra ya en el papa Clemente de Roma (88-97), siendo el primero que usa el término laico en oposición al de clérigo 37. El uso conocido por Francisco y en toda la Edad Media es la distinción entre dos clases de monjes. Esta dis­ tinción es clara ya en el siglo IX, aunque será reconocida jurídica­ mente más tarde, lleva consigo la diversidad de tareas y ocupacio­ nes en la vida claustral. De esta suerte, los monjes sacerdotes irán quedando «aliviados» de los trabajos manuales para dedicarse a otro tipo de oficios, considerados de mayor importancia 38. Hay, al 34 Cf. L. di F o n zo , «Per la cronologia di S. Francesco. Gli anni 1182-1212», en Miscellanea Francescana 82 (1982) 1-115. 35 Cf. M . M accarone , o . c ., 221-337. 36 J uan P ablo II, «Dignidad del religioso laico», en Ifeal 4 (1996) 146. 37 «Pues al sumo sacerdote le fueron ciados sus propios ministerios y a los sacer­ dotes les fue asignado su lugar propio, y servicios propios urgían a los levitas. El hombre laico estaba sujeto a preceptos laicos»: C lemente de R om a , «Carta a los Corin­ tios, cap. 40,5», en Fuentes Patrísticas 4 , J. J. A yán C alvo (ed.), Madrid 1994, 123. 38 Cf. A lessandro da R ipabottoni , / fratelli laici nel primo Ordine Francescano , Roma 1956, 95-121.

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