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170 MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ más para configurar la Iglesia en el mundo porque, decía allí el Papa: «El concepto de una Iglesia formada únicamente por ministros sagrados y laicos no corresponde, por tanto, a las intenciones de su divino Fundador tal y como resulta de los Evangelios» (VC 29). Con­ sidero que se puede sacar de aquí una segunda consecuencia: la vida religiosa se deberá presentar y manifestar en sus múltiples y variadas vocaciones como un árbol que se va completando y lle­ nando de vida y color en la medida que cada uno asume su voca­ ción propia. Y a este nivel, la historia sigue siendo un válido crite­ rio interpretativo que se ve además apoyado en la clave teológica y conciliar de los signos de los tiempos. 5.2 . F ormación para la vida de «H ermano menor » En la formación de los candidatos se juega la veracidad de la vocación, ya que a ellos corresponderá asumir el relevo antes de lo que se piensa. Por eso es preciso seguir sembrando y transmitiendo de manera realista. «La formación debería introducir al que se acer­ ca a nosotros en la vida de la fraternidad y minoridad» 577, afirma José Ángel Echeverría y no le falta razón. Es preciso propiciar encuentros donde la gracia asuma su lugar fundamental, donde el crecimiento es mutuo y donde la disponibilidad es siempre una puerta abierta. La formación así será, de manera más transparente, la inserción en la Fraternidad 578. La capacidad intelectual o el don de gentes no serán las cuali­ dades más importantes para la vida fraterma, sino la capacidad sin­ cera y abierta para construir y crecer juntos, para comunicar desde el interior. Para ayudar a esto, habrá que concluir definitivamente con las figuras de otros tiempos. Los hermanos en formación no deben vivir ya en estructuras seminarísticas o de colegios mayores, sino que deben participar de la vida de una fraternidad en la que crecen y van configurando su vocación, asumiendo sus estudios, los que sean, como el trabajo encomendado por la fraternidad y, por lo 577 J. A. E c h ev er r ía , «La formación hacia una superación de la prioridad cleri­ cal», en Analecta OFMCap 112 (1996) 687. 578 Cf. Const. 23,1.

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