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168 MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ 5. AFRONTANDO EL FUTURO 5.1. I n c id en c ia s d e u n a in c ó g n it a d isc iplin a r Después de todo lo expuesto sólo queda esperar confiados en que la Iglesia, de manera oficial, sancione algo que resulta obvio y evidente: la igualdad identificativo-vocacional de todos los hermanos. Sí es cierto que, visto fuera de contexto, esto podría sonar a una reivindicación sociológica muy acorde con los tiem­ pos en que vivimos. En coherencia con la fraternidad evangélica franciscana, como se ha probado ya, no puede ser de otra mane­ ra so pena de desviarse del auténtico y original estilo de vida pro­ puesto por Francisco. Parece evidente que la entrega radical a Cristo, afecta indistin­ tamente a clérigos y laicos, hombres y mujeres; cada uno de mane­ ra personal, deberá asumir su lugar específico y la vocación concre­ ta a la que ha sido llamado. La univocidad de vocación es el núcleo central de esta vida. A este respecto, no sirven ya lecturas simplistas afirmando que ya está todo asumido y que todos son hermanos. Es preciso reconocer las dificultades que conlleva también la vida con­ sagrada. La vida diaria está llena de buenos propósitos, aunque muchos de ellos rotos. Es necesario afrontar el riesgo del camino, descolocarse de las propias seguridades, recorrer la misma senda mental y espiritual que asumieron los primeros grupos de francisca­ nos que se fueron adhiriendo a la reforma capuchina. Ellos alcanza­ ron una verdadera vida de menores renunciando a ellos mismos en beneficio de toda la fraternidad. Cada día parece ser un dato más cierto que la opción de vida no es fruto de una edad o de un tiem­ po concreto de la existencia, sino que, ante todo, es fruto de una opción auténtica donde el corazón juega un papel determinante. Y, en este punto, el amor de Dios se convierte en una realidad inhe­ rente y, sin la cual, es imposible un sincero y veraz crecimiento. Por eso mismo, el clima de familia será el que haga crecer la identidad de la vida fraterna. Cuando en el Capítulo General de 1968 se supri­ mieron todos los privilegios de diversos grupos de hermanos se retornó a un camino desde el cual resulta imposible la vuelta atrás. Es necesario ser fieles al Espíritu del Señor que ha obrado y sigue obrando por medio de los hermanos. Unas relaciones fraternas espi-

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