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156 MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ comenzado a llamarse “hermano”... un término usado por todos los miembros —sacerdotes y hermanos laicos— creando algo de confu­ sión, pero una confusión creativa... En algunos casos en los cuales una comunidad mixta ha querido poner en su gobierno a un her­ mano laico, el permiso le ha sido negado; y cuando, en un caso excepcional, este permiso le ha sido concedido ha llegado después de un largo y tenso diálogo. Quisiera insistir para que esta cuestión se deje en manos de las mismas órdenes religiosas. Los hermanos laicos deberían poder ser elegidos como superiores en las comuni­ dades mixtas de sacerdotes y hermanos laicos y poder ocupar cual­ quier responsabilidad administrativa si tienen la competencia nece­ saria para cubrir estas responsabilidades, y las órdenes deberían poder valorar todo esto» 535. Pero además señala un medio eficaz para la consecución real de su propuesta: «Debería ser puesta una particular atención sobre la debida y oportuna formación de los her­ manos laicos, sobre su formación humana, teológica, pastoral y pro­ fesional, como sugiere el Instrumentum laboris *536. También el obispo capuchino inglés John A. Ward, afirmaba que «por varios años hemos tenido, con dispensa, guardianes a hermanos laicos. He visto su ministerio de dirección en varias provincias de la Orden capuchina. Mi juicio es que agregan algo especial a ese minis­ terio. Tienen el don de ser fabricantes de fraternidad, precisamente quizás a causa de que el ministerio sacerdotal aunque no impide la vida en comunidad puede distanciar del servicio a los hermanos» 537. El Secretario general de la Unión d e Superiores G en erales , P ablo Basterrechea , hizo referencia a la imagen equivocada que se tiene sobre los hermanos laicos que, frecuentemente son considera­ dos como de “segundo orden”: «una vocación que se ofrece a aque­ llos que no tienen aspiraciones o talento suficiente para abrazar el sacerdocio. Idea falsa que ciertamente no hace que muchos quieran abrazarla» 538. Refiriéndose a los Institutos clericales, señala el papel 535 Ibtd. 536 Ibid. 537 J. A . W ard , «Il contributo dei religiosi contemplativi e attivi alla vita e alla missione della Chiesa», en Analecta OFMCap 110 (1994) 631. 538 P. B asterrechea , «Intervento al Sinodo 1994 (10 ottobre)», en L’Osservatore Romano, 6 ottobre 1994, 8.

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