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134 MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ Esto que parece tan lógico y evidente, ante las necesidades con­ cretas y la vida práctica no parece estar suficientemente asegurado para todos los hermanos. El texto lo expresa así: «Los hermanos que son llamados a las órdenes sagradas deben ser formados según las normas establecidas por la Iglesia, teniendo en cuenta el carác­ ter de la fraternidad. Para acceder a las sagradas órdenes se requie­ re el consentimiento del ministro provincial y de su definitorio. Con igual esmero atiéndase en cada provincia a la formación inte­ lectual, apostólica y técnica de los otros hermanos, según los ofi­ cios de cada uno»415. En palabras de Lázaro Iriarte: «Es una invita­ ción a actualizarlo, si se quiere, a retornar al antiguo concepto de la vocación sacerdotal, dentro de la común vocación franciscano- capuchina, y a reformar la imagen del hermano laico. Ambas elec­ ciones son independientes de la capacidad intelectual y del nivel de preparación académica»4l6. Queda por señalar que estos aspec­ tos de la formación son entendidos por la Orden en un segundo momento, después de haber quedado totalmente claro el proceso de identificación. Las Constituciones se refieren también a los formadores cualifi­ cados, éstos actúan en nombre de la fraternidad417. Entre estos for­ madores cualificados se encuentran los animadores de las comuni­ dades, entre ellos los guardianes ocupan un papel preponderante. No se espera de ellos que sean genios, ni siquiera espléndidos ges­ tores, sino auténticos hermanos menores impregnados y transmiso­ res de su vocación en todos sus actos y capaces de dinamizar la vida fraterna 418. el sistema clerical imperante, por una actitud de superioridad... Es preciso insistir en la llamada personal de cada hermano y su fidelidad al plan de Dios para su vida que se va descubriendo también desde el servicio como menores. Habrá que mantener el criterio de la Constitución 14,2: «A esta llamada cada cual debe res­ ponder con amor y con absoluta libertad, de modo que se armonice la dignidad de la persona humana con la voluntad de Dios». 415 Const. 39,1-2. 416 L. I riarte , «Le nuove Costituzioni dei Frati Minori Cappuccini: Tra creatività ed istituzione tra fedeltà e rinnovamento», en Laurentianum 35 (1994) 507. 417 Cf. Const. 23,6. 418 Cf. Const. 185,3.

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