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IDENTIDAD DEL CAPUCHINO, COMO HERMANO MENOR.. 131 Este “sacramento” no se cierra tras las puertas de las comuni­ dades sino que está abierto a la comunicación e irradiación de esta experiencia a todos los hombres. La fraternidad se convierte en modelo y fermento que cree, desde su experiencia, en la posibili­ dad de otra manera de vivir: «Nuestra fraternidad evangélica, como modelo y fermento de vida social, invita a los hombres a fomentar recíprocamente las relaciones fraternas y a unir sus fuerzas para mejorar el desarrollo y la liberación integral de la persona y el pro­ greso auténtico de la sociedad humana-*401. Esto queda más patente cuando la vida del hermano menor se desenvuelve en las encruci­ jadas del mundo, ofreciendo su vida como una posibilidad más, sin posturas absolutistas sino con la sencillez necesaria para reconocer que, en la asociación y unión de fuerzas resulta más fácil el creci­ miento de una sociedad más justa y solidaria 402. La fraternidad ayuda a extender, configurar e impulsar todo aquello que se encuentra de camino hacia la construcción de una nueva sociedad. La pluriformidacl es un medio eficaz para la construcción de la comunión fraterna. Lejos de abrir la puerta al individualismo, ayuda a desarrollar una vivencia espontánea y armónica de la opción per­ sonal de cada hermano dentro de la misma 403. Es un ejercicio que ayuda a la revisión personal y comunitaria en la construcción de una autentica vida fraterna. Asiste para que el hermano, desde una voca­ ción auténtica, se sienta libre de su propio yo para entregarse a aque­ llo que Dios le pide desde una sana creatividad que estimula a emprender nuevas formas de vida. «La auténtica pluriformidad es aquella que, dejando a salvo siempre la unidad del mismo genuino espíritu, se basa en la comunión fraterna y en la obediencia a los superiores; así se ofrece la libertad evangélica a la hora de actuar, sobre todo en lo que se refiere a la renovación de nuestra vida, a fin de que no se apague el espíritu» 404. 401 Const. 11,4. 402 «Nuestra vida fraterna tiene especial importancia y adquiere mayor eficacia de testimonio en el proceso de sana socialización y asociación, mediante el cual Dios nos interpela para que nos entreguemos a la realización y al incremento de la fraternidad en la justicia y en la paz»: Const. 11,5. 403 Cf. Const. 76,3. 404 Const. 5,5.

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