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IDENTIDAD DEL CAPUCHINO, COMO HERMANO MENOR.. 129 4.2.1. El ser 4.2.1.1. La dimensión fraterna El modelo es Cristo «primogénito entre muchos hermanos, hace del género humano una verdadera fraternidad» 388. Un seguimiento de Cristo al estilo de san Francisco, como una fraternidad evangéli­ ca: «San Francisco, inspirado por Dios, suscitó, según el ejemplo de la vida de Cristo y de sus discípulos, una forma de vida evangélica que denominó fraternidad. Por eso nosotros, al profesar esta forma de vida, constituimos realmente una Orden de hermanos»389 La cons­ tante dialéctica entre ser y actuar es una realidad ante la cual la vida del hermano siempre tiene que estar atenta por la facilidad de des­ viación o de lecturas sesgadas que se pueden hacer la misma. Al mismo tiempo, es imposible desligar los aspectos espirituales de aquellos más sociológicos. Francisco es el mediador eficaz que sitúa la vida fraterna en referencia con la de Cristo. Adquiere un talante propio donde el acento se coloca en la misma actividad, porque «vivir como hermanos menores el uno para el otro es el elemento primor­ dial de la vocación franciscana» 39°. Con esta afirmación, el criterio de valores queda expuesto en su justa medida poniendo freno a desvia­ ciones ingenuas o fruto de desconocimiento. La llegada de un her­ mano a la fraternidad es un auténtico regalo para la misma391. Todos tienen cabida y lugar dentro de esta manera de entregarse a la vida evangélica, porque ésta se construye desde la armonización de los valores personales y el estilo propio de la Orden, con la suficiente pluriformidad como para comprender que cada uno es diferente y eso es una riqueza fraterna 392. El hermano es un “sacramento” de la vida del capuchino 393. El encuentro con Dios pasa por la experiencia de vivir en fraterni- 388 Const. 83,1. 389 Const. 83,5-6. 390 Const. 23,4. 391 Cf. J. K a zm ierc za k , San Francesco nelle Costituzioni dei Frati Minori Cap­ puccini, Romae 1991. 392 Cf. Const. 84,1. 393 Cf. LG 48.