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18 MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ iglesia jerárquica. A la base de estos movimientos está un afán cons­ tante de búsqueda y necesidad de hacer presente a Dios en la vida del pueblo, presentar una realidad más perfecta de creyentes ante todos los abusos que se cometían desde la Iglesia jerárquica. Así afirma López Amat: «es comprensible la oposición anticlerical que va surgiendo en la sociedad civil, por parte sobre todo de seglares rectos. Aspirando a restaurar la pobreza evangélica, se constituyen en predicadores, se rebelan contra la Jerarquía, y llegan en ocasio­ nes a posturas heréticas. Las herejías, que estuvieron ausentes en Occidente desde el siglo V al XI, aparecen en el siglo XII en estos movimientos populares, ampliamente extendidos, llegando a for­ mar verdaderas anti-iglesias enclavadas en la cristiandad católica»20. Todo esto provocó preocupaciones y dudas en la jerarquía, espe­ cialmente al inicio del siglo XII, en el que predicadores y vagabun­ dos, proponen y viven la pobreza como el mejor medio para con­ seguir la salvación. Son los responsables de difundir una religiosidad más viva e intensa. Esta manera de vivir se puede sin­ tetizar en la exigencia de una adhesión, lo más plena y completa posible, a los consejos de Jesús en el Evangelio, especialmente los de la pobreza y pureza de costumbres. Se trata de desenmascarar, por todos los medios, a los clérigos indignos, que están siendo un antitestimonio para la vida del pueblo. Todos los fenómenos, heréticos u ortodoxos, muestran la riqueza y autenticidad de la vida religiosa. El laicado siente la «nece­ sidad de participación vasta, amplia y consciente»21. Ante un mundo social y eclesialmente jerárquico surge, desde la base un afán por descubrir y proponer otras formas de vida, más acordes con los cambios que está viviendo la sociedad a luz del Evangelio. La misma Iglesia toma conciencia de la necesidad de los laicos en su afán de una Iglesia más entre el pueblo. Como consecuencia comienzan a desclericalizarse las instituciones sociales y culturales y, son los mismos laicos los que intentan dar soluciones a sus pro­ blemas y conflictos. Es curioso constatar como en la primera mitad del siglo XII son los monjes, los eremitas y los hombres de Iglesia los que tratan de 20 A. López Amat, El seguimiento radical de Cristo. Esbozo histórico de la Vida Consagrada. /, Madrid 1987, 194. 21 R. Manselu, Vida..., 23.

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