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IDENTIDAD DEL CAPUCHINO, COMO HERMANO MENOR.. 113 ciones: lo primero que proponen es la recuperación de la iden­ tidad, el carisma y la índole propia de la Orden; ser conscientes del carácter eminentemente apostólico de la vida; coordinar las fraternidades para que se dé una estrecha unión entre los diver­ sos trabajos de los hermanos y la comunicación de experien­ cias; el fomento de la formación para la vida apostólica. De estos elementos deducen que: «es necesario redescubrir nuestra vocación franciscana y vivirla en toda su plenitud como vida evangélica y por naturaleza apostólica que tiene su expresión primera y principal en la vida fraterna, en la oración, pobreza, obediencia, castidad y celo apostólico» 347. Como equilibrio entre las necesidades que la Iglesia vive y la realidad de la vida fran­ ciscana se propone que todo apostolado sea aceptado por la fraternidad y en la fraternidad y que dicho apostolado asegure la vida fraterna. La revisión de la vida apostólica y la oración personal y comunitaria como medios de evaluación continua y se propone la revisión de aquellos apostolados que no corres­ ponden directamente al carisma particular. • Sobre la vida d e p en iten cia y con tinua conversión en las circun stan cias actu ales d e la Orden. Se proponen como medios para fortalecer la vida fraterna: los capítulos como lugar especial­ mente apto para la revisión de los problemas de los hermanos; los retiros y diálogos entre hermanos jóvenes y maduros, mos­ trando una actitud caritativa de mutua estima y colaboración; la presencia frecuente de los superiores mayores y la cooperación en las distintas actividades de los hermanos. En las conclusiones del documento señalan un detalle especialmente importante para la salvaguarda de la identidad capuchina y para un auténtico equi­ librio en la vida de fraternidad: el destino a la fraternidad de todos los bienes recibidos por los hermanos 348. 347 Ibíd., 24. 348 «Como se colige de la reflexión capitular amenaza hoy un gran peligro no sólo a la pobreza y fidelidad al capítulo IV de la Regla, sino también a la vida de fraternidad, por el hecho de que algunos hermanos están luchando por conseguir una autonomía económica. Para evitar este peligro, determinan las Constituciones: “Guardemos la vida común y compartamos gozosamente entre nosotros cuanto se nos entregue. Destínense a uso de la fraternidad todos los bienes, incluso los sala­ rios y pensiones percibidas por cualquier concepto (n. 50)”»: Sobre nuestra vida de penitencia y continua conversión en las circunstancias actuales de nuestra Orden, en Capítulo General Extraordinario 1974. Documentos, 43.

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