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436 SATURNINO ARA tas, agradecidos al Espíritu que habló por el Concilio Vaticano II y sigue hablando a y por los capuchinos actuales. CONCLUSIÓN Las Constituciones de los Hermanos Menores Capuchinos que describen el patrimonio de la Orden o Fraternidad pueden, sin duda ninguna, ser consideradas como un buen tratado espiritual, apega­ do un poco a la doctrina del pasado, no obstante su opción deci­ dida y entusiasta por los signos de los tiempos. De ahí el que tantos religiosos se hayan empeñado en presen­ tarlas como actuales y por considerarlas como un buen tratado espi­ ritual que ha suscitado tantas ilusiones en quienes, a un mismo tiem­ po y por un cierto «envenenamiento» contra el derecho, se han olvidado de recibir estas mismas Constituciones como también un verdadero, aunque no logrado, documento jurídico, síntesis de lo normativo y teológico que, ahora, nunca es tarde, se comienza a percibir y descubrir con sus lagunas, vacío que ha podido contri­ buir a que la Constituciones de los Hermanos Menores Capuchinos no se hayan constituido en la verdadera ayuda para hacer «realidad práctica» unos ricos principios de vida evangélica o espiritual. Busco concluir. Rogaría a los capuchinos que no se arredren ni tengan inconveniente alguno en trazar con la sinceridad y sencillez de quien reconoce sus logros así como los propios límites, las pau­ tas objetivas y subjetivas del soñado y vivido programa franciscano- capuchino, que busca ayudar el proceso de seguimiento de Cristo en el mundo secular: el del progreso, el del bienestar... superado el tiempo de cristiandad, y de quien quiere vivir en el tercer milenio del cristianismo, en distinta visión y nueva fidelidad cristiana, el empeño de hacer realidad ese seguimiento de Cristo en claves fran­ ciscano-capuchinas, y el nuevo anuncio evangélico de amor, felici­ dad y paz para los hombres de buena voluntad. Saturnino A ra , OFMCap.

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