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400 IGNACIO JERICÓ BERMEJO En su segunda carta escribe san Pedro (1, 3) cómo han sido otorga­ do a los hombres todo lo tocante a la vida y a la piedad. En el evan­ gelio de san Juan (6, 44) se recogen las palabras de Cristo de que nadie puede llegar a Él si no lo ha traído antes el Padre, así como que se trata de algo imposible si no lo ha dado su Padre (Jn 6, 66). Venir a Cristo significa todo camino y progreso hecho en orden a la consecución de la vida 119. Cabe argumentar, asimismo, desde la razón. Es que, si pudie­ ra el hombre hacer por sí mismo obra alguna a la que siguiera infaliblemente de modo mediato o inmediato la gracia, el princi­ pio de la salud se situaría entonces en los hombres. La gracia no sería ya gracia al no concederse gratuitamente. Esto constituye fal­ sedad y error. Así se desprende de las frases de la carta a los Romanos (11, 15), de la carta primera a los Corintios (4, 7) y del libro de Oseas (13, 9) 120. Además, desde el momento en que empieza a aspirar a la justicia hasta que la alcanza, el hombre se mueve sobrenaturalmente. Deberá tener su origen entonces tal movimiento en cierto agente sobrenatural: el auxilio especial de Dios. El término del mismo será la remisión del pecado y la obtención de la justicia, dos realidades sobrenaturales. De la misma condición será entonces el movimiento también 121. Todavía cabe probar, desde el ejemplo de Adán, que no existe obra alguna mediante la cual el hombre tiende y se dispone a la consecución mediata o inmediata de la gracia justificante, que no pueda realizarla con sus fuerzas sin auxilio especial de Dios. Adán es el primer testigo de la naturaleza humana. Además de imagen de la naturaleza humana, lo es también de las costumbres huma­ nas. Desde lo que él hizo es posible saber lo que debe y no puede hacer el hombre. Según el capítulo tercero del libro del Génesis, nada hizo o pensó Adán sobre cómo reparar lo realizado cuando pecó y perdió la justicia. Se dice en concreto (Gén 3, 7) que, vien­ do que estaban desnudos, Adán y Eva cosieron hojas de higuera y se hicieron cinturones, lo cual algo referente a la protección de la vida presente y a la defensa de las injurias del cielo. Comenzó Adán 119 Cf. nota 56. 120 Cf. nota 57. 121 Cf. nota 58.

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