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UTRUM OMNIS ACTIO INFIDELIS SJT PECCATUM.. 397 las claras la inutilidad de cualquier obra buena sin tal ayuda. Para san Pablo lo tenido es algo recibido (1 Cor 4, 7) y los hombres son incapaces de juzgar algo desde ellos como de ellos (2 Cor 3, 5), siendo Dios el que obra en los hombres el querer y el perfeccio­ nar, conforme a la buena voluntad. Nada bueno podrá hacer enton­ ces el hombre sin Dios. En el canon 9 del concilio de Orange II se define además a este respecto que cuantas veces se obra bien, es Dios el que actúaen nosotros y con nosotros para que obremos. El canon 20 del mismo concilio establece cómo son muchos los bie­ nes que hace Dios en el hombre, que no hace el hombre; pero que ningún bien hace el hombre que no otorgue Dios su acción al hom­ bre. Esto aparece también en las palabras del concilio de Mileve y del papa Celestino m . A los cuatro argumentos presentados cabe añadir todavía que, en muchos lugares, san Agustín parece probar la opinión de Grego­ rio. En concreto, cuando dice que no puede el hombre querer bien alguno si no es ayudado por el que no puede querer el mal. Otro pasaje al respecto es cuando afirma que el libre albedrío sin la gra­ cia de Dios sólo vale para pecar112. Aragón se decanta a favor de la sentencia de santo Tomás y se dispone a dar cumplida respuesta a los argumentos opuestos. No ve necesidad de la referencia actual a Dios para que una determi­ nada obra sea buena moralmente. Juzga suficiente a este respecto con que la misma no sea referida a un fin malo. Ciertamente, toda obra buena está dirigida a la recta razón divina; pero esa obra buena se ordena entonces de suyo a Dios, a no ser que se dirija a otro fin por la malicia del que obra. La existencia de esta relación virtual y tácita basta para poder hablar de bondad moral 113. Por otra parte, nada hay que objetar al principio, de que Dios confiere infaliblemente al hombre la gracia de disponerse, en último térmi­ no, a la justicia cuando obra bien moralmente y sigue la recta razón en uno o muchos momentos. Es lo que ocurre también con lo que se le ofrece. De todas formas, no se puede decir que, sin el auxilio especial, sea capaz el hombre de obrar moralmente bien. El inicio 111 Cf. nota 51. 112 Cf. nota 52. 113 Cf. nota 61.

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