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396 IGNACIO JERICÓ BERMEJO na obra puede ser tal,si no se refiere a Dios; pero se añade como verdad que nada puede referirse a Dios como último fin si no se cuenta previamente con un auxilio especial. Así lo afirma en con­ creto san Agustín al decir que el amor de Dios no puede darse en los hombres más que desde el Padre por el Señor Jesucristo. Nin­ gún hombre es capaz entonces de obrar moralmente bien si no cuenta con la gracia de Dios. La obra moral puede ser buena a con­ dición de que se haga con el fin debido: Dios solo. Así lo afirma el de Hipona cuando dice que todo lo que no es de la fe es pecado. Será entonces pecado todo lo que no se hace con alma fiel y por Dios. La obra moral será buena sólo si está referida a Dios 108. En segundo lugar, se argumenta a favor de la imposibilidad de realizar obra moral buena alguna con que, si el hombre pudiese obrar sin la gracia de Dios, podría prepararse infaliblemente por sus fuerzas a la gracia justificante. Esto es una falsedad y herejía. Sería humano entonces el principio de la salvación de los mortales. No provendría el mismo de Dios. Éste no confiere con infalibilidad la gracia al que obra bien moralmente y sigue la recta razón, de forma que se disponga por ello perfectamente a la justicia. Al que hace lo que está de su parte, Dios no le niega ciertamente la gra­ cia; pero si el hombre fuera capaz de obrar el bien moralmente por sus fuerzas, podría disponerse también a la gracia 109. Se argumenta en tercer lugar y se dice que los hombres no pue­ den evitar los pecados o cumplir los preceptos sin la gracia de Dios. Así consta desde el concilio de Mileve y desde las palabras del papa Celestino. Se dice en concreto que, en orden a evitar cualquier peca­ do y a superar toda tentación, es necesaria la gracia de Dios. Los hombres son consecuentemente incapaces de obrar bien moralmen­ te. Todo bien moral consiste en el cumplimiento del precepto divi­ no o pertenece a obras superiores, cuyo cumplimiento es más difícil que la obra del precepto no. Se prueba en cuarto lugar semejante imposibilidad desde el testimonios de la Sagrada Escritura. Cristo habló de la imposibili­ dad de hacer algo sin Él (Mt 15, 13). Queda indicado entonces a 108 Cf. nota 47. 109 Cf. nota 48. 110 Cf. nota 49.

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