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394 IGNACIO JERICÓ BERMEJO concluirá desde el pensamiento del de Hipona que no cabe reali­ zar acto alguno sin incurrir en pecado a no ser que medie el auxi­ lio divino. Precisamente, es esto lo afirmado en la sentencia de Gre­ gorio. Contra Juliano escribió san Agustín que no pueden ser rectamente verdaderas virtudes si se sirve a placeres carnales o a cualquier otra conveniencia temporal. En orden a dar a entender cómo tales virtudes no son verdaderas, dice el de Hipona que son defectos. Las virtudes verdaderas sirven a Dios en los hombres. El los dio a los hombres. Sirven a Dios también en los ángeles. El las dio a los ángeles. Por mucho que aparezca como correspondiente­ mente bueno, todo lo que de bueno hace el hombre sin realizarlo porque así lo manda la sabiduría es pecado. No va acompañado del recto fin. En La Ciudad de Dios escribe muy claramente san Agustín que las presuntas virtudes por las cuales se manda al cuer­ po defectuoso conseguir y mantener algo, son más bien vicios que virtudes si las mismas no refieren todo a Dios. Aunque sean consi­ deradas por algunos como virtudes buenas y honestas, no deben ser tenidas como tales sino como defectos. Están referidas a ellas mismas. No son escogidas por otro. Además, se trata de orgullo y soberbia 102. San Próspero de Aquitania, discípulo del de Hipona y escri­ tor de un libro en defensa de san Agustín contra los que lo acu­ saban de atribuir demasiado a la gracia divina, coloca esta sen­ tencia que Gregorio defiende a su vez como católica, diciendo además que la opuesta es pelagiana. Cuando Casiano sostuvo que debía dudarse de la existencia en el hombre de semillas de virtu­ des que le llevaban a hacer algún bien por sí mismo, rechazó Próspero esta sentencia como falsa. En las almas de los impíos no puede haber virtud alguna. Todas sus obras son inmundas y están manchadas por tener una sabiduría no espiritual sino animal, no celeste sino terrestre, no cristiana sino diabólica, lo cual es signo consiguientemente de que tal fue la opinión de san Agustín 103. 102 Cf. nota 70. 103 Cf. nota 71.

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