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CRISTIANISMO SIN PECADO ORIGINAL 103 6) luego los niños, al nacer, tienen pecado del cual tienen necesidad de ser redimidos; 7) y ¿qué otro pecado puede tener un recién nacido, sino el pecado original?; 8) Juego todo niño tiene pecado original... De lo contrario, Cristo no sería salvador universal; también de los niños. Desde san Agustín hasta el día de hoy, los defensores del PO acuden a esta argumentación. Por desgracia muchos no lo hacen en forma suficientemente crítica y personal. Pero su recurso al dogma de la redención implica esta argumentación. O bien otra de distinta formulación, pero idéntica en el fondo. Dejamos, como digo, al lector, reflexionando sobre la validez de este sorites o argumentación en cadena (y encadenada). Por nuestra parte, desde idéntico punto de partida: la sobreabundancia de la redención de Cristo , llegamos a la afirmación de la Gracia ini­ cial incompatible con la existencia de cualquier pecado en el momento primero de la vida de cada hombre. 2. DESDE LA MÍSERA EXISTENCIA HUMANA AL PECADO ORIGINAL Este tipo de argumentación, en sus varias formulaciones, hunde sus raíces en las profundidades primeras de la psique humana indi­ vidual y colectiva. Desde que el ‘homo sapiens’ comenzó a sentir y pensar sobre su situación en el cosmos y en la historia, ya conside­ ró su vivir como miserable, dolorido, desgraciado: el malestar de la cultura es una experiencia originaria y universal. Ante tanta miseria la reacción compartida por mitos, filosofías, religiones ha sido ésta: — Al principio no fue así: al principio existió el paraíso origi­ nal, evocado en multitud abigarrada de representaciones. Pensemos en el mito de la «edad de oro», tan cultivado por la cultura greco- romana y por la nuestra. — In illo tempore, en los prestigiosos y divinos orígenes de la tribu, de la raza humana (sea en la esfera celeste o en la tierra) tuvo lugar un evento, desgracia, infortunio, culpa/fallo voluntario o invo-

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