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92 ALEJANDRO DE VILLALMONTE C) U na VERDAD DE ÍNDOLE EXPLICATIVA, ETIOLÓGICA, CAUSAL Como tal calificamos —siguiendo a muchos autores— el recur­ so de Trento a la narración de Gn 1-3 sobre Adán; a lo que noso­ tros hemos calificado de teología y teologúmeno de Adán. Éste per­ dió su estado de ‘santidad y justicia’ y causó la ruina espiritual e integral en la que ahora gime la humanidad. Obviamente el Triden- tino no carga sobre el PO toda la situación pecadora en que la humanidad gime. Pero ésta dimana de la fuente del PO (originante y originado), y no habría aparecido en nuestra historia de no haber ocurrido el pecado de Adán. Leyendo los textos en dirección de menor a mayor importancia tendremos: — el pecado del Adán paradisíaco es el originante y creador de la situación universal del pecado en que yace la humanidad; — esta situación pecadora crea en la humanidad y en cada hombre una universal/insuperable impotencia soteriológica; — la cual hace universal y absolutamente necesario al Salva­ dor Jesús (quien comunica su salvación por medio del bautismo). 6. EL LEGADO DE TRENTO QUE DEBEMOS RECIBIR Y TRANSMITIR Hemos resumido la enseñanza del Tridentino sobre el PO en tres afirmaciones clave (y una colateral, que ahora no comentamos). Al paso hemos dejado caer otras varias, caducas, efímeras por su propia índole y por el entorno religioso cultural en que fueron pro­ feridas. Dentro de las tres, hemos subrayado la jerarquía de valiosi- dad e importancia salvífica de las mismas. Con ello se ha realizado un discernimiento crítico en la lectura del texto conciliar. Avanza­ mos en ese camino. a ) Hace años afirmaba P. Schoonenberg que el tema del PO se ha convertido en un test decisivo para la hermenéutica de los tex­ tos conciliares y del Magisterio de la Iglesia en general. Es obvio que, en nuestro caso, el ‘test’ aludido lo constituyen los cánones tri- dentinos sobre el PO. Nuestras largas reflexiones sobre la cuestión

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