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90 ALEJANDRO DE VILLALMONTE que no llegaba a borrar radicalmente el PO del alma del pecador. Cierto es que, en el tema de la justificación, se presentaba a discusión un problema de índole antropológica: se discute sobre el estatuto teo­ logal del hombre cristiano. Pero el error de Lutero en antropología teológica cobra su última gravedad porque comporta un error teoló- gico/cristológico: error sobre el poder y eficacia real de la Gracia de Dios que se otorga en Cristo. Este encuadre cristológico/soteriológico es el preferido por los actuales estudiosos del problema del PO. Idéntica preocupación e inte­ rés soteriológico preferencial se descubre al fondo del texto tridentino sobre el PO y sobre la justificación que le acompaña y completa. Completando y concretando la preocupación soteriológica, encontramos la referencia eclesiológica. La acción salvadora de Cris­ to en toda la discusión antipelagiana/antiluterana de Trento se con­ centraba, de hecho y por necesidad polémica, en torno al aconteci­ miento eclesial de la administración del bautismo a los párvulos. Si bien las afirmaciones valen para el bautismo administrado en cual­ quier momento y para la justificación que acontece en los adultos. Pues bien, a juicio del Tridentino, Lutero desvirtuaba la eficacia del bautismo al decir que no borraba radicalmente el PO, sino que sólo testificaba que no ha sido imputado este pecado, permanente incluso en el hombre cristiano. Los pelagianos eran favorables al bautismo también para los niños, pero tergiversaban —a juicio de Agustín y de Trento— la auténtica motivación teológica de tal prác­ tica: no debe administrarse, decían, el bautismo a los bebés para remisión de los pecados: sería un sinsentido, ya que no tienen peca­ do ninguno. El bautismo hace mejores a los que ya nacían buenos. Trento no excluye la motivación caritológica, incluso la menciona; pero insiste en que hay que mantener la motivación hamartiológica: borrar el PO en el recién nacido. B) V erdad a n tr o po ló g ic a : im po ten cia so terio lóg ica d el h om bre Esta afirmación referida a y calificadora del hombre sujeto de la consideración del teólogo, es correlato esencial, imprescindible, que viene co-afirmada siempre que se proclame la necesidad absoluta de la gracia del Salvador. Al proclamar el Tridentino la fuerza salva-

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