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CRISTIANISMO SIN PECADO ORIGINAL 87 cia; que la santidad y justicia recibida de Dios, que él perdió, la perdió para sí solo y no también para nosotros; o que, manchado él por el pecado de desobediencia, sólo transmitió a todo el géne­ ro humano la muerte y las penas del cuerpo, pero no el pecado que es muerte del alma: sea anatema, pues contradice al Após­ tol..., Rm 5, 12». Es la afirmación nuclear del decreto sobre el PO visto en su conjunto. La intención y la misma redacción del texto es obviamen­ te antipelagiana, cf. DS 372. No se define lo que es en sí el PO, en su esencia. Los Padres tridentinos, según las Actas, estaban muy con­ vencidos de que ignoraban esta misteriosa esencia. Por otra parte no querían hablar como metafísicos, sino como pastores de almas en el modo de exponer las verdades de la fe. Se ciñen a hacer una descripción de la índole del PO viendo sus consecuencias constata- bles, experimentales: la muerte y los sufrimientos de la vida, la desenfrenada, vivaz concupiscencia. Que no serían achaques mera­ mente penales, sino culpables, según tradición agustiniana y , en parte, escolástica que ellos prosiguen. Sin decidir taxativamente la cuestión también dice Trento que Rm 5, 12-21 habla del PO. Otro punto en el que la exégesis y la teología actual se apartan de la exé- gesis de Trento, según es sabido. El canon 3 precisa la índole del PO en estos puntos: 1) con­ tra algunas opiniones de la época reafirma su convicción sobre la unidad del PO tanto en su vertiente de pecado originante como de pecado originado; 2) el PO no implica, meramente, una situa­ ción generalizada de corrupción mortal, en la cual la relación de cada individuo con el PO quedase indeterminada, vagarosa. No, cada individuo es personalmente afectado y es denominado «peca­ dor» en sentido propio, real; 3) insiste en la impotencia soterioló- gica que el PO crea en la humanidad entera y en cada individuo humano contado uno a uno; 4) por fin, pero sobre todo, con las anteriores precisiones se quiere reafirmar lo que es la idea-eje de este decreto (y su complemento, el de la justificación, DS 1520- 1525: sólo Jesús libera al hombre, a cada hombre, del PO y de la impotencia soteriológica que él crea en los hombres, DS 1551. La intencionalidad y redacción antipelagiana de este texto es clara: que no quede desvirtuada, innecesaria la Cruz de Cristo. El canon 4, también con los pelagianos a la vista, reafirma la necesidad de bautizar a los infantes para remisión de los peca-

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