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86 ALEJANDRO DE V1LLALMONTE fantasiosos y folclóricos que la acompañaban. Pero sí hay que adver tir la seguridad con que se mantienen estas convicciones. — La realidad histórica perfecta del individuo Adán, tan densa como pudiera ser la del rey David o la de Pablo de Tarso. — Similar densidad histórica logran las figuras en el texto alu didas: el paraíso; el estatuto teológico de santidad y justicia en Adán; la transgresión originaria del hombre primero, siniestramente privi legiada; los consiguientes castigos. — Esta teología de Adán no era una mera opinión teológica, una cuestión discutida: era mantenida como perteneciente a la fe. Y con tal seguridad e importancia que, quien dijere lo contrario, quedaba excomulgado, fuera de la Comunidad de los creyentes. Por fortuna para ellos, nadie en aquellos años hubiera tenido ni la mera ocurrencia ni menos la audacia de negar semejante doc trina. Hubiera parado en el tribunal y hasta en la hoguera de la Inquisición. Todos los teólogos y Padres conciliares, contados uno a uno, defendían estas ideas y con similar franqueza. De cara a nues tra conclusión en este apartado, conviene indicar que los teólogos actuales —los que han estudiado personalmente la cuestión— han abandonado ya todas y cada una de las proposiciones del citado canon tridentino. De lo contrario serían tachados de teólogos «tri- dentinos», con la connotación menos favorable que tal adjetivo implica en ciertos ambientes y en ciertos problemas teológicos. — En su intención docente y, en gran parte, por su redacción y tenor gramatical el texto es plenamente antipelagiano, como lo fue el concilio Arausicano (año 529), en quien se inspira, DS 371. Si bien en tiempo de Trento no había ‘pelagianos’ explícitos, dignos de mención. — Con este canon, Trento reafirma la índole y el origen adánico del PO, del que luego va a hablar. Esta índole adánica del PO origi nado es esencial para el concepto global que Trento tiene de la reali dad del PO. Actualmente, hay teólogos que siguen afirmando el PO en el recién nacido aunque niegan el origen adánico del mismo. Es discutible que tengan razón; pero me parece seguro que se alejan de la enseñanza tridentina sobre el PO en un punto esencial, que la adul tera como tal doctrina específica tradicional y tñdentina. Canon 2. Pecado original originado: «Si alguno afirma que la prevaricación de Adán le dañó a él solo y no a su descenden-
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