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84 ALEJANDRO DE VILLALMONTE en exclusividad, la fuerza salvadora de la Cruz, que es el final a donde se quería llegar en el razonamiento de Lutero y que, al mismo tiempo, es una de las bases de su fe como cristiano. Llegando a aquí, quien no sea luterano puede hacerse la doble, persistente pre­ gunta, ¿es que para mantener la eficacia de la Cruz de Cristo y la correlativa impotencia soteriológica del hombre es necesario recurrir a la tesis luterana del PO? Mantengamos la pregunta para, a su debi­ do tiempo, dirigírsela a los mantenedores de PO a estilo católico. 3. PRECAUCIÓN ANTIPELAGIANA DEL TRIDENTINO Parecería anacrónico hablar de pelagianos en los días del con­ cilio de Trento. Pero, en realidad, los cánones tridentinos «Sobre el PO» reproducen, en fondo y forma, los correlativos cánones anti- pelagianos del siglo v, Esta cau tela an tip elag ian a venía provocada por un doble hecho: a ) la cultura intensamente humanista de la época estaba impregnando la teología/antropología teológica, exal­ tando peligrosamente las posibilidades reales, históricas, incluso las salvíficas de la naturaleza humana; b) y, sobre todo, por motivo de autodefensa: los protestantes de entonces, y hasta nuestros días, a la doctrina católica sobre el PO y sobre la justificación la tachan de dejar puerta abierta a la religión de las obras, a un pelagianismo mal superado. Los Padres de Trento necesitaban dejar claro sus enseñanzas sobre el PO, sobre la justificación y —en última y tam­ bién primordial instancia— sobre la eficacia de la Cruz de Cristo. Se distanciaban así conscientemente de cualquier connivencia con el peligroso pelagianismo en su figura antigua y en sus rebrotes actua­ les. No olvidemos que los teólogos antiguos tenían ojos de lince para ver brotar la mala hierba de cualquier herejía, nueva o vieja. Por eso, también frente a la posible reaparición del pelagianis­ mo en su tiempo, el Tridentino quiere afianzar, ante todo, la efica­ cia de la acción salvadora de Cristo. Su firme enseñanza sobre el PO se formula bajo la consigna agustiniana y paulina: ne evacue- tur Cruz Christi!; no desv irtu ar la e fic a c ia y la n e c e s id a d d e la Cruz d e Cristo! Porque, como quedó claro en la discusión Agustín- pelagianos, si éstos negaron el PO y tal negación tenía importancia para la fe cristiana, se debía a que, negando el PO, revalorizaban

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