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78 ALEJANDRO DE VILLALMONTE referente a una caída primordial; a la existencia de un «viejo pecado» que habría causado la grave miseria que se abate sobre la raza humana. Pero se trata de una tradición humana, profundamente humana y demasiado humana, en muchos casos. Porque la teoría del PO no es una verdad caída del cielo, surge de los profundos limos del alma hu mana, individual y colectiva, que siente la pesadumbre del destino humano y busca un sentido/logos a la abrumadora misera del hombre; — son incontables los mitos (incluso religiones, filosofías) que hablan de la caída del hombre en la miseria. Sea desde la preexisten cia, sea en el tiempo originario, sea en el mismo hecho de nacer: «pues el mayor delito del hombre es haber nacido» (Calderón de la Barca); — Agustín conoce y aprueba el mito del «viejo pecado», y aduce testimonios de Cicerón y Aristóteles que explican la pesada miseria humana como castigo de un pecado ancestral. — Firme lo dicho en el anterior apartado, como influyentes pre decesores cristianos de la tesis agustiniana sobre el PO habría que seña lar la secta judeo-cristiana de los encratitas. Éstos ligaban el pecado pri mero al ejercicio de la sexualidad por parte le Eva incitadora y de Adán consentidor. En contra de lo preceptuado por Dios, llevaron a cabo de forma prematura, desordenada y, por ende, culpable el uso del matri monio. Entre los encratitas nace y luego es recibida por los ortodoxos, nominal y destacadamente por Agustín, la célebre teoría del «semen infecto» como vehículo transmisor del PO. El varón —el hombre sin más— estaba en lomos de Adán «secundum corpulentam substantiam», con continencia biológico-física. Por eso, sufre castigo más humillante allí por do más pecado había. El semen varonil queda infecto e infec cioso, mancha/corrumpe el alma que se le une en el momento de la generación biológica. Los teólogos de la Edad Media discutieron incan sables sobre cómo era siquiera posible que esto sucediese. Pero siguie ron afirmando que el PO se transmite por traducem: como por esqueje, de padres a hijos hasta el final de la historia. No hay bautismo capaz de eliminar la corrupción del semen infecto. También los padres cristianos, a pesar de que han sido limpiados de la «mancha del PO», conservan la maldición de trasmitir el PO al trasmitir la vida a sus descendientes42. 42 Ver las noticias que al respecto dan P. F. B e a tr ic e , Tradux peccati; E. T e s ta , Lascética encratita; U. B ia n c h i, La tradizione de l’enkrateia; R. C a ta la m e s s a , Etica sessuale, cit. en nota 36.
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