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CRISTIANISMO SIN PECADO ORIGINAL 71 trinai realmente precursora de la teoría típicamente agustiniana sobre el PO. Ya que no es posible demorarse ahora en mayores explica­ ciones, recojo la conclusión de un estudio de G. H. Baudry sobre la teoría de la inclinación mala como precedente de la teoría agusti­ niana sobre el PO. Efectivamente, el AT es reiterativo en hablar de la inclinación al mal connaturalizada, congènita en el corazón del hombre. Hasta el extremo de que, cuando Dios requiere el buen comportamiento de los hombres, no le queda otro recurso que crear en ellos un cora­ zón nuevo en el cual aquella mala inclinación ya no exista o, al menos, quede superada, neutralizada por la fuerza del Espíritu 37. El judaismo rabínico cultivó la teoría del «mal deseo». Inicialmente pudo hablarse de una doble tendencia, hacia el bien y hacia el mal; pero el pesimismo universal de la época consiguió que el mal deseo fuese presentado como predominante y esclavizante del hombre bajo el imperio del Príncipe de este mundo, Satanás. El mensaje de sal­ vación del NT se dirige a una humanidad situada bajo el imperio de Satanás, dominada por la concupiscencia: inclinación al mal (= epithymia) que desgarra lo más profundo del ser del hombre, Rm 7, par. Esta prevalencia de la «inclinación al mal», junto con la concomitante demonologia y la boyante teología de Adán, se tor­ nan patrimonio doctrinal de la antropología y de la soteriologia de los primeros siglos cristianos. El genio especulativo de Agustín sin­ tetizaba la situación diciendo que, como consecuencia del pecado de Adán y como castigo divino por el mismo, la humanidad históri­ ca se encuentra sujeta a la «dura necesidad de pecar», la cima de todas las otras miserias humanas. Hasta aquí, Agustín estaba profun­ dizando en la Tradición. Pero llega un momento en que Agustín da un salto cualitativo y crea por su cuenta y riesgo la ‘teoría del peca­ do original’. Cuando Julián de Eclana la vio surgir en la Iglesia, la calificó de «auténtica barbaridad» = probata barbaries, «monstruoso invento» = prodigiale commentum. Pero la Cristiandad occidental, durante siglos, la recibió como una de sus conquistas doctrinales más cuidadosamente defendidas. 37 Ver textos en Jer 31, 33:32, 39; Ez 18, 31; 36, 26-27.; Sal 50, 7. Otros textos y comentario en los diccionarios como K ittel , ThWNT, 1134 s.; L. C oenen (dir.), Diccio­ nario teológico del Nuevo Testamento, Salamanca, Sígueme, 1980; H. B alz - G. S chnei - der , Diccionario exegético del Nuevo Testamento, Salamanca, Sígueme, 1996.

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