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CRISTIANISMO SIN PECADO ORIGINAL 69 No desconozco la dificultad y el peligro que se corre al hablar de tan inmenso y complicado tema en cuatro páginas. Por eso, nuestras pretensiones son muy modestas: sugerir alguna idea para que el lector utilice, con sentido crítico, los testimonios de la Tradición que encuen­ tre en sus reflexiones personales o en sus lecturas sobre el tema. 2. EL TEMA DEL PECADO ORIGINAL FUERA DE LA TRADICIÓN AGUSTINLANA Se reconoce al obispo de Hipona como el punto crítico de infle­ xión en toda la historia del PO. Es inevitable que esta historia haya de estudiarse en torno a la figura e intervención de Agustín. Indica­ mos, pues, cuál era la situación de esta creencia antes e independien­ temente de que san Agustín interviniera para darle estructura y con­ sistencia sistemática. Al menos hasta mediados del siglo iv, parece cierto que los escritores eclesiásticos desconocen la doctrina del PO en su tenor específico, propio, técnico. Predicaron con amplitud e intensidad el mensaje sobre Jesús Salvador universal. Pero no pensa­ ron que, como correlato indispensable de dicho mensaje, para salva­ guardar su universalidad plena, fuera necesario decir que todo hom­ bre es concebido en pecado. Con no menor fuerza denunciaban la situación pecadora del mundo precristiano, su incapacidad para sal­ varse, ni por la filosofía, ni por las religiones tradicionales. Ni siquiera por la ley de Moisés. Pero, al mostrar esa dura imposibilidad soterio- lógica, nunca recurrieron a la corrupción congènita de la naturaleza humana, tal como la propone la teoría del PO. Fuera del campo de la ortodoxia, esa afirmación quedaba reservada a los gnósticos y mani- queos. Si bien la corrupción moral, histórica la palpaban y hasta la exageraban retóricamente los escritores cristianos en todas las direc­ ciones de la vida social. Menos aún llegaron a proponer semejante teoría como <dogma ’ basilar del cristianismo, como perteneciente a la entraña del Evangelio, como acontecimiento eje en tomo al cual gira­ ría la actual economía de salvación. Conclusión ésta defraudante para los hodiernos cultivadores del PO, pero históricamente indiscutible. Dicho esto, preciso es reconocer que Agustín encontró hom­ bres precursores y doctrinas precedentes para su original y persona- lísima doctrina sobre el PO. Indico estos dos temas: la teología de

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