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CRISTIANISMO SIN PECADO ORIGINAL 63 sica de los gnósticos, incluida la de los llamados ‘ortodoxos’. En la actualidad, no sólo los exégetas, también los teólogos sistemáti­ cos rechazan la historicidad de Adán y la interpretación literalista de Gn 1 - 3 . Con ello queda desarbolada la llamada «teología de Adán» con todas sus concomitancias doctrinales. En forma expresa también las elucubraciones que sobre la solidaridad de los hombres en Adán realizaban los neoescolásticos de décadas recientes. Además de su falta de fundamento en los textos que hablan del proyecto divino de salvación, el teologúmeno de la solidaridad —real-óntica trascenden­ te de todos en Adán y en su pecado— sufre dificultades internas insolubles. Es un misterio de Gracia, por el cual debemos dar glorifi­ car al Padre, con Pablo en Ef 1 , 1 - 25 , el que nos haya elegido desde la eternidad en Cristo, y que, por el bautismo, nos haya justificado en Cristo sin colaboración ninguna nuestra. Pero repugna a la bon­ dad del Padre que, sin colaboración ninguna nuestra, sin demérito personal, nos haya constituido pecadores reales en Adán. Se lesiona la dignidad y primacía de Cristo al decir que entra en la historia de salvación como sustituto de Adán, cabeza primordial de la humani­ dad. Sólo ‘de ocasión’ (como bonum occasionatum, dirá Duns Esco­ to) entra Jesús de Nazaret en nuestra historia para salvarnos. Sucesor, aunque aventajado, del fracasado Adán 33. 33 En la década de los cincuenta y sesenta, cuando la doctrina del PO comen­ zó a sentir graves dificultades, el tema de la solidaridad de todos los hombres en Adán pasó a primer plano a la hora de hacer una explicación teológica del «misterio del PO». Este misterio se identifica con el »misterio de la solidaridad de los hombres en Adán». Sin ella, pensaban, no hay base real ni argumentativa para hablar de la solidaridad en Cristo. El tema de la solidaridad de todos en Adán, propio de la teo­ logía especulativa, se unía a otros temas de base y expresión bíblica más inmediata: Cristo como Segundo Adán, paralelismo Adán-Cristo. Hemos dedicado mayor aten­ ción al tema en otros momentos. Ver A. d e V illalm o n te , El pecado original, Veinti­ cinco años de controversia, 112-127; 218-221; 323-328; 477-490; 516-521. Sobre la «Teología de Adán» en general, Id., Adán nunca fu e inocente. Reflexión teológica sobre el estado de justicia original, en NG 19 (1972) 3-82; Id., La teología de Adán en san Buenaventura, en W 33 (1975) 253-301, con abundante documentación. San Agustín, siguiendo las huellas de Ireneo, ya había realizado la sublimación meta­ física del Adán bíblico: *En la cuestión de los dos hombres, por uno de los cuales hemos sido vendidos bajo el pecado por el otro somos rescatados de los pecados... en la cuestión, digo, de estos dos hombres consiste propiamente la fe cristiana -. De Grat. Christi et de pecc. origin. II, 24, 28; PL 44, 398. C. fu l op. Imperf. II, 163; PL 45, 1210; cf. Epist 187, 30; PL 33, 843; Serm 22, 10; PL 38, 154. Todavía es recien-

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