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CRISTIANISMO SIN PECADO ORIGINAL 61 D) F u n ció n d e A dán en la h isto ria d e salvación y per d ic ió n , seg ú n el NT Para la teología del PO, en su versión clásica, tal pecado es, por definición, un pecado adán ico: un pecado que cada individuo huma­ no ha perpetrado en Adán, con Adán y para similares fatídicos efec­ tos. La narración de Gn 2-3 y la mención de Rm 5, 12-21 y 1 Cor 15, 45-49, dieron texto y pretexto para elevar la grandiosa teología d e Adán, vigorosa hasta fecha reciente. En un primer momento, Adán era presentado con la máxima grandeza deseable en un ser humano: una especie de mesías originario representante y cabeza del género humano, inicio y base de una peculiar (-la adánica) economía de gracia. Pero prevaricó y perdió su misión de iniciador/fuente de vida para tornarse iniciador/causa de muerte. Su pecado —grandioso e inconmensurable, según los antiguos— trajo la maldición para todos sus descendientes, por los siglos de los siglos sin fin. Costó duras luchas el poder ver exenta a la Madre del Señor de tamaña maldi­ ción. Pero, la función de Adán en el NT, nominalmente en Pablo, es más modesta. Resumimos sus rasgos: — Para san Pablo Adán n un ca f u e inocente. Siempre lo pre­ senta como pecador, portador de muerte/pecado, «Thanatóforo», como dice algún exégeta. La figura de un primer Adán «santísi­ mo», tan del gusto del cristianismo tradicional, carece de base fia­ ble en el NT. — La imagen de este Adán sublimemente santo primero e inmensamente pecador después, se dibujó con los rasgos engaño­ sos de una exégesis ingenuamente historicista y literalista. Y, sobre todo, sobre las categorías mentales, culturales y expresivas de una gnosis que ontologizaba, abusivamente, el mito del Hombre Primor­ dial; junto con el recuerdo del ‘Anthropos’/Hombre ideal de platóni­ ca alcurnia. Los teólogos cristianos en su empeño, en principio lau­ dable, por inculturar y aculturar el Evangelio de Salvación, no lograron el suficiente distanciamiento crítico respecto a tales mitos y enredos metafísicos. — El paralelismo antitético propuesto por Pablo ofrece a Adán portador de muerte/pecado, frente a Cristo portador de vida/justi­ cia. Pero, mientras Jesucristo goza de la más densa realidad históri­ ca y ontologica en su función salvadora, Adán tiene en el texto de

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