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54 ALEJANDRO DE VILLALMONTE ciendo, connaturalmente, dentro de la analogía de la fe, la existen­ cia del llamado pecado original. Las verdades basilares invocadas en el estudio de esta cuestión son las siguientes, por orden de importancia: a) universalidad y sobreabundancia de la acción salvadora de Cristo; b) correlativa impotencia soteriológica del hombre; c) situación de pecado origi­ nal como explicación de la universalidad y radicalidad de semejante impotencia soteriológica en cada individuo humano. A ) U niversalidad y so brea bu n d an cia DE LA ACCIÓN SALVADORA DE CRISTO Ya anteriormente reclamábamos la necesidad de enmarcar cual­ quier reflexión sobre el problematizado PO dentro del misterio de Cristo Salvador. Todos los teólogos actuales: los conservadores, los reformuladores, los negadores del PO lo hacen como consecuencia de un mayor empeño y acierto en el modo de entender y comuni­ car este dogma basilar de nuestra fe: Jesús es el Salvador universal, único de todo hombre que llega a este mundo. Ya se pueden pre­ ver las conclusiones que cada uno de los grupos indicados puede deducir. Pero, antes de llegar a ninguna tesis conclusiva, hablemos del asunto en forma interrogativa, problemática, ¿es que, para salva­ guardar la universalidad absoluta y la sobreabundancia de la acción salvadora de Cristo —incluso para el recién nacido—, es necesario llegar a decir que todo hombre entra en la existencia en situación teologal de PO? Este enfoque intensamente cristocéntrico/soteriológico, no siem­ pre fue prioritario en la larga historia del dogma del PO. La teología actual recupera la principalidad que tuvo en san Pablo, precisamente en la carta a los romanos. E incluso, en última instancia, también en el obispo de Hipona, según hemos dicho y diremos. Efectivamente, desde el principio proclama Pablo cuál es para él la sustancia del Evan­ gelio, de la Buenanueva que quiere difundir por el mundo: que Jesús, el Cristo, es la fuerza de Dios para que se salve todo el que cree, pri­ mero al judío, pero también al griego. Porque en Él se manifiesta la fuerza salvadora de Dios, Rm 1, 16-17. La universalidad y absolutidad de este Salvador ofrecido por el Padre es una convicción básica no sólo en Pablo, sino en todo el NT. Cuando los oyentes de este Evan-

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