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C a p ítu lo IV ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LA CLÁSICA DOCTRINA DEL PECADO ORIGINAL Sobre el PO, el viejo pecado, dijo san Agustín: Nada más fácil para hablar ; nada más difícil de entender25. Esta frase del «doc­ tor-inventor» del PO resulta hoy tan certera como hace quince siglos. El PO sigue siendo un tema muy hablado, pero poco enten­ dido. Es obvio para los conocedores del tema que, a finales del siglo xx, no existe entre los católicos una teología pasablemente uniforme en referencia al PO. Incluso a nivel de los llamados con­ tenidos sustantivos de tal creencia es visible la pluralidad, diver­ gencia, confrontación existente entre los expositores. De ahí la siguiente pregunta: 1. ¿QUÉ ES ‘ESO’ DEL PECADO ORIGINAL? Conocemos la decisión de san Agustín quien, no pudiendo entender ni sabiendo explicar qué es el PO, lo coloca en la zona del abismal misterio de la predestinación divina, cf. Rm. 11, 33 . A pesar de haber reflexionado durante decenios sobre un tema de su «invención», según algunos. M. Lutero extremó la importancia del PO hasta ponerlo como uno de los cimientos de su visión cris­ tiana del hombre. Pero constata él que sobre el pecado original fabula la turbamulta de los teólogos de muchas maneras. Una reno­ vada e intensa preocupación por el PO la estamos presenciando entre los teólogos católicos desde los años cincuenta 26. En ellos se 25 Oprime al hombre el ‘antiguo pecado’: «quo nihil ad praedicandum notius, nihil ad intelligendum secretius», De mor. eccles. Cathol. 1, 22, 40; PL 32, 1328. Los teólogos y Padres de Trento, a pesar de su formación escolástica, no querían ni sa­ bían ‘definir’ lo que «es»» la esencia del PO. 26 La controversia más reciente sobre el PO la hemos historiado en El pecado original. Veinticinco años, cit. en nota 1. Posteriormente se ha mitigado algo la dis­ cusión y el interés por el tema. Ver, sin embargo, otros estudios aparecidos con fecha

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