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40 ALEJANDRO DE VILLALMONTE cial de perdición que llamamos el pecado del mundo. Y este exis- tencial de perdición sería lo predominante y denominante de la situa­ ción teologal del hombre al entrar en vida. Y hasta que un sacramento o la decisión personal no le incorpore plenamente a Cristo. Este hecho es lo que querría subrayar el lenguaje tradicional cuando habla del «pecado original», de enemistad con Dios en el recién nacido21. Tal vez sea A. Vanneste quien, con mayor vigor, insiste el alejar del recién nacido tanto el calificativo de justo, como el de pecador: «Estrictamente hablando no tiene sentido ninguno el hablar sea de estado de gracia, sea de estado de pecado en un ser huma­ no que aún no es verdaderamente hombre, en un niño que toda­ vía no ha llegado a la existencia humana en el sentido pleno de la palabra; es decir, en alguien que todavía no ha podido tomar conscientemente una postura a favor o en contra de Dios. Estado de pecado y estado de gracia son términos mediante los cuales se califican las relaciones personales existentes entre Dios y el hom­ bre consciente, que ama a su Creador o bien rehúsa abrirle el corazón. Sólo por extrapolación se pueden aplicar dichas catego­ rías al caso del recién nacido... considerado en el momento en que todavía no es capaz de ningún acto humano, el hombre se encuentra, como hemos dicho, en un estado preteologal. Estricta­ mente hablando nuestras categorías no se aplican más que a los adultos, a los hombres conscientes»22. Éste y otros textos de A. Vanneste nos advierten con firmeza de que el recién nacido sólo en sentido impropio, germinal, traslaticio, metafórico, por denominación extrínseca puede ser denominado «pecador», o «justo». Si hablásemos en rigor, deberíamos hablar de una situación pre-teologal, palabra sin duda muy expresiva. Por eso, en 21 La enseñanza de K. Rahner anda dispersa en varios escritos. Un intento de síntesis la ofrece en Curso Fundamental de la fe, Barcelona, Herder, 1979, 136-146. Amplia exposición y crítica puede verse en G. V andekvelde , Original Sin. Two major Trends in Contemporary Roman Catholic Reinterpretation, Amsterdam, Rodopi, N. Y. 1975, 86-106, 120-144. 22 La opinión de A. V anneste la he expuesto y comentado por extenso en otras ocasiones, nominalmente en el artículo, Voluntad salvífica y pecado original. Respues­ ta al prof. Alfred Vanneste, en EF 92 (1991) 1-24. El texto acotado de A. V anneste , Ou en est le problème du péché originel, en EThL 51 (1976) 143-161; especialmente 144.

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