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CRISTIANISMO SIN PECADO ORIGINAL 337 La teología crítica debe hacer algunas matizaciones importantes al texto de Horkheirmer: ni el judaismo ni ninguna de las otras gran­ des religiones o filosofías conoce la figura del PO. Es un «proprium», algo exclusivo de la teología cristiana occiden tal. Pienso que nin­ gún teólogo católico aprobará este hermanamiento espiritual que Horkheimer realiza de la doctrina del PO, con el pesimismo de Schopenhauer, extremoso incluso desde el punto de vista de la orto­ doxia luterana. De todas formas, se propone aquí la teoría del PO como correctivo del orgullo prometeico del hombre. Sin embar­ go, alguien que no sea cristiano no tiene motivo razonable para recurrir al misterio del PO. Pero incluso el teólogo no deberá recu­ rrir al PO para humillar el orgullo religioso-moral del hombre. Bas­ taría hacerle reflexionar sobre el profundo e insuperable abismo de su finitud ontologica, puesta frente a la sobrenaturalidad absoluta del al Bien Infinito, cuya vida íntima está llamando a participar. Y que, sin embargo, está absolutamente imposibilitado de conseguir por sus solas energías connaturales. Ya hemos hablado de esto. Pasamos a seleccionar algún testimonio de teólogos contempo­ ráneos. Distinguidos por su categoría teológica y por su puesto en la Iglesia. C) El ca rd en a l J. Ratzinger recuerda la narración de Gn 2-3 y reconoce las dificultades que la imagen científico-evolutiva del hom­ bre moderno siente frente a lo que hemos llamado la teología de Adán. Parece que éste «estaba bien lejos de poseer esos dones de ciencia perfecta que le atribuye la antigua doctrina del paraíso. Pero, si se destruye la imagen del paraíso y de la caída, parece nece­ sario que desaparezca también la idea del pecado original y con ella, según parece, también la de la redención»213. Como puede notarse, la idea/dogma nuclear que, sin contro­ versias ni relativizaciones quiere Ratzinger que se salvaguarde es el dogma de la Redención. Pero, a su juicio, éste no quedaría seguro valle de lágrimas’. Una vez más, la doctrina del PO, buscando su aculturación en la historia, aparece en simbiosis con teorías humanas, demasiado humanas. Recibiendo y, al propio tiempo, proyectando su influjo sobre ellas. 213 J- R a tzin g er , Fe y futuro, Salamanca, Sígueme, 1973, 15. Ver también J. R at ­ zin g er - V. M esso r i , Informe sobre la fe, Salamanca, Sígueme, 1985, 87-90, donde se amplían ciertos aspectos de la misma idea.

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